
Hay que tener en cuenta, para empezar, que cuando se trata de pronosticar lluvias y fenómenos atmosféricos adversos, el mismo Servicio Meteorológico acostumbra a distinguir entre lo que sucederá en Villa Crespo o en Almagro, con la probabilidad de que la tormenta se traslade, en cuestión de pocos minutos, a Flores o a Liniers.
La ‘zona cordillerana’ de Salta, en cambio, abarca miles de kilómetros cuadrados. No es un barrio de Buenos Aires, sino millones de ellos, hablando de superficie, lógicamente.
Para mayor desgracia nuestra, los pronosticadores del SMN consideran ‘zona cordillerana’ a los valles centrales de nuestra Provincia, cosa que los salteños no hacen, puesto que, para la mayoría de ellos, la cordillera empieza prácticamente en la puna; es decir, a muchos kilómetros al Oeste de la cadena montañosa que los lugareños conocen como la «precordillera».
Es así que un alerta meteorológico por fuertes vientos para la «zona cordillerana» Salta se antoja un aviso para poblaciones y parajes como Mina La Casualidad, Olacapato, Tolar Grande, Santa Rosa de Tastil, San Antonio de los Cobres, La Poma o Seclantás.
Pero no para Cerrillos, Rosario de Lerma, El Carril, Chicoana, La Caldera, Vaqueros o Salta.
¿Por quá la Provincia de Salta no tiene una agencia propia de meteorología? ¿Acaso porque siempre esta ciencia ha estado casi siempre relacionada con los aeropuertos, la aeronavegación y las Fuerzas Armadas?
No hay razón para que Salta no puede tener acceso a información meteorológica oficial más fiable, segura y responsable. No podemos seguir confiando la suerte y la seguridad de nuestras viviendas, de nuestras familias, de nuestros tendidos eléctricos y telefónicos, de nuestro ganado y de nuestras plantaciones, al folklore meteorológico de los pronosticadores aficionados, por más acertados que esos sean.
No puede ser que para quienes no han pisado nunca Salta, cuatro quintas partes de nuestra Provincia sea «zona cordillerana». Esto no es verdad, ni desde el punto de vista morfológico ni desde el punto de vista geológico.
Es necesario cambiar este enfoque, porque visto está que nos perjudica y que nos coloca en una situación de mayor vulnerabilidad, aunque los gobernantes no quieran darse cuenta de ello.