
Hasta el momento se han confirmado en todo el territorio provincial alrededor de 600 casos. La mayoría de ellos se concentra en el tercio norte provincial, en donde los recursos son inferiores en número y en calidad, y existen factores medioambientales y sociales que contribuyen a una más rápida propagación del virus y que, siendo conocidos, no han sido atacados.
Mal que mal, en la ciudad de Salta hay más recursos sanitarios (más médicos, más hospitales, más personal sanitario y más farmacias), pero también hay una cultura diferente en cuanto a higiene urbana y protección de salud. Y aunque la diferencia muchas veces no es notable -especialmente en algunos barrios periféricos de la capital en donde la calidad de vida es ínfima- esa mínima diferencia se traduce en un rápido avance de la enfermedad en las poblaciones del norte y en un avance algo más controlado en la zona central de la Provincia.
Los recursos que el gobierno provincial está llevando hacia el norte (mayor cantidad de personal sanitario y material hospitalario) no son suficientes ni están dando los resultados esperados. Hay también desorganización e improvisación en buena parte del sistema, y si bien no se puede hablar de caos, existe una marcada tendencia a que las poblaciones gobernadas por intendentes autoritarios y mesiánicos desobedezcan las normas establecidas en niveles superiores, lo que sin dudas dificulta el control de los contagios y la aplicación uniforme de las normas sanitarias.
Otro factor que influye decisivamente en esta profunda división entre dos partes de nuestro territorio es la difusión incontrolada de información sanitaria apócrifa o no contrastada. Si en Salta hay una buena cantidad de políticos y de comunicadores partidarios de un discurso «alternativo» sobre la pandemia, sobre sus causas y sus posibles soluciones, en las ciudades del norte parece haber cundido más el temerario discurso del Gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien sin conocimientos sobre el tema, sin estar respaldado por el consejo de expertos y en un arrebato de voluntarismo e irresponsabilidad ha salido a recomendar a los ciudadanos que compren en la farmacia una serie de medicamentos para combatir la enfermedad, en lo que se interpreta ya como una clara llamada a la automedicación.
Normas y protocolos sobran en Salta, en la misma medida en que falta voluntad para hacerlos cumplir de una forma rigurosa. Tal parece que mientras más el gobierno amenaza a los desobedientes con el castigo penal, los ciudadanos se muestran más reacios a seguir los criterios fijados por el gobierno. El autoritarismo suele recibir por respuesta la rebeldía, de modo que no es aventurado afirmar que, en el momento en que vivimos, debemos evitar tanto el autoritarismo como la desobediencia pura, e intentar convencer racionalmente a los ciudadanos de los peligros a los que se enfrentan.
La división de la Provincia a causa del diferente impacto del coronavirus en el territorio trasciende la tradicional dicotomía Salta rica/Salta pobre. El virus golpea con fuerza en cualquier estrato de la población. Es por eso que en su contención no se debe practicar distinciones oportunistas entre ricos y pobres, nacionales y extranjeros o personas educadas y gente inculta. Los gobiernos -especialmente los municipales- deben abandonar su actitud paternalista respecto de las clases sociales menos favorecidas y tratar a toda la población por igual, ya que el virus no hace distingos.
El gobierno provincial no puede mantener un comité operativo de emergencia cuyas resoluciones solo sean obedecidas a unas cuantas cuadras a la redonda de la Casa de Gobierno. Debe hacer esfuerzos por imponer criterios uniformes en todo el territorio, con independencia de la personalidad del intendente del lugar o de la idiosincrasia de los residentes. Debe procurar, con sus normas, no contradecir ni excepcionar las normas nacionales, a las que deberá ajustarse indefectiblemente, y deberá procurar que las medidas restrictivas no afecten a la economía hasta el extremo de hacer la recuperación imposible.
El problema de la falta de vertebración de nuestro territorio no podrá solucionarse mágicamente tras el paso del virus. Pero cuando todo haya pasado, la pandemia nos dejará una enseñanza importante: Si Salta estuviese más integrada, si no hubiese tantas diferencias entre el norte, el centro y la puna, cualquier otro órdago de la naturaleza, en forma de virus o de fenómeno natural, podrá enfrentarse mejor y con más garantías de éxito.