
Sin embargo, la celebración de ayer fue por los 250 años (que se dice pronto) de Manuel Belgrano, un prócer que le llevaba nada menos que 15 años al barbudo militar salteño y que le arrebató la gloria en la única batalla más o menos con pinta de tal que se libró cerca de la ciudad de Salta.
Casi por todos es sabido que el general Güemes nació un día 8 de febrero (Día Internacional de Guaschalocro, todavía no oficializado). ¿Por qué entonces además de nacer en febrero Güemes no puede renacer en junio?
Básicamente porque junio es, por antonomasia, el mes güemesiano, como marzo es el mes de la mujer y agosto es el mes del niño. Es decir, las celebraciones que antes eran de un solo día, se extienden a todo el mes.
Y por esto de que Güemes tiene dos feriados (uno nacional y otro provincial, en distintas fechas), se supone que el general gaucho no murió una sola vez.
Al menos no murió de una sola vez, por cuanto en Salta se celebra el día de su herida como si fuese el Corpus Christi; los días de su traslado a las Higuerillas como si fuese la Semana Santa y el día de su muerte real (el 17 de junio) como si fuese la Pascua de Resurrección.
Razones entonces no falta para celebrar una navidad de invierno el 3 de junio, aunque quien haya nacido tal día fuera Belgrano y no Güemes. Tan mal se llevaban estos próceres que las calles que los recuerdan en Salta son paralelas, y donde confluyen -allá por donde la Palúdica- los salteños han preferido a Güemes y no a Belgrano.
Eso de celebrar a Güemes en plena temporada de choclos (esto es, a comienzos de febrero) es una irregularidad que hay que corregir. Porque Güemes es el general invierno para los salteños. El que se acuerda de él en pleno verano, en temporada de tormentas, está más desubicado que chicharrón en pan de navidad.
Por eso, la próxima comisión de la década bicentenaria felizmente fenecida (la década, no la comisión, pues está prevista que esta dure hasta que se celebren los 200 años de la Ley Saénz Peña), debería dedicarse en cuerpo y espíritu a modificar la partida de nacimiento de Güemes para que diga que nació en junio y no en febrero.
De este modo el mes de junio será para los güemesianos una especie de ramadán al revés en el que se podrá hacer, comer de todo y beber de todo, sin limitación de horario.
Solo este maldito año de 2020 habrá alguna restricción, puesto que los gauchos que entren y salgan de la ciudad, a caballo, por el camino de La Pedrera, deberán ser sometidos al termómetro venenoso de los médicos truchos del peaje de Aunor, para ver si ellos (los gauchos) y sus cabalgaduras no están cursando algún episodio febril de nuestra historia.