
En España, país en el que vivo la mayor parte del año, la autoridades sanitarias y los ciudadanos se lo han tomado bastante en serio. Hay varios casos confirmados en la Península (se habla de unos 16), mientras que en las Islas Canarias un grupo bastante numeroso de personas vive en cuarentena en un hotel de turismo. Aquí no ha habido muertos, pero sí los ha habido en Francia y en Italia, que por el momento es el país más golpeado por esta epidemia.
Mientras esto sucede en Europa, la situación en la Argentina parece, a la distancia, ser muy diferente.
Hay allí ciudadanos y ciudadanas preocupados por el avance de la enfermedad, claro está; pero, junto a ellos, una mayoría parece haberse tomado el asunto más o menos en broma. Al menos esa es la conclusión que cualquiera podría sacar después de darse una vuelta por las redes sociales, en donde, más que mensajes de alerta y consejos de prevención, hay chistes y memes para dar y tomar.
Al parecer, muchos argentinos están esperando que por fin la autoridad sanitaria federal se decida a confirmar un caso de coronavirus en el país. Parece que estuvieran deseando tener enfermos y no digamos ya muertos, cuando en realidad ni se imaginan lo bueno que es que hasta el momento no tengamos ni un solo caso. Esas mismas personas ansiosas son las que lamentan que Brasil nos haya adelantado con el primer enfermo en suelo sudamericano. ¡Otra vez Brasil que nos gana!
En Europa también hay medios de comunicación irresponsables que difunden noticias escasamente contrastadas y otros que abiertamente convocan a la histeria colectiva; pero también abunda la sensatez y la responsabilidad en forma de llamados a la serenidad y a la calma, que es precisamente lo que se necesita en estos momentos. Chistes y memes, la verdad es que he oído y visto muy pocos. La situación no está precisamente para hacer bromas en estos momentos.
Dios quiera que esta amenaza pase pronto y que la enfermedad deje la menor cantidad de muertos posibles, en la China, en Italia, en Brasil, en España, en la Argentina y en cualquier país del mundo.
Pero creo que debemos aprender de una vez que con estas cosas no se juega. Que está muy bien escapar de la tensión y de la histeria con un poco de humor y de ironía, pero lo que a veces es bueno para los asuntos de la política y de la economía, no es tan bueno para los asuntos de la salud. Solo con ingenio y con ironía no se superan desafíos de semejante envergadura como este.
Por eso es que lamento profundamente que muchos de mis compatriotas se entreguen a los farsantes, como si esto fuese un juego más del carnaval perpetuo, y se tomen en solfa los consejos de la ciencia.