Venezuela habilita un teléfono para denunciar a los traidores; Salta, para denunciar infractores de tránsito

La «denunciocracia» va tomando cuerpo, así en Venezuela como en Salta. Las nuevas tecnologías de comunicación -especialmente el correo electrónico y el Whatsapp- son los vehículos escogidos por los «denunciócratas» para fomentar la delación entre ciudadanos y para convertir la convivencia en un caos.

«El militante que esté fomentando la desunión debe ser denunciado», anuncia el vicepresidente de Organización y Asuntos Electorales del PSUV de Venezuela y gobernador del Estado de Carabobo, Francisco Ameliach, en la víspera de las elecciones internas.

«El enemigo que más nos hace daño es el enemigo interno», ha justificado el señor Ameliach.


En Salta aún no se ha llegado a un extremo tan peligroso, pero qué duda cabe que el fomento por parte del gobierno y de ciertos medios de comunicación de las denuncias electrónicas apuntan en la misma dirección.

Las denuncias públicas en los diarios son, incluso, más graves, porque estos medios -al menos en Salta- no se limitan a recibir y a publicar las denuncias que les envían sus lectores sino que realizan juicios sumarísimos, sin derecho de defensa y con condenas virtualmente inapelables.

Las buenas intenciones no alcanzan para disimular el carácter autoritario de las políticas de fomento de las denuncias. Lo que se está haciendo en Venezuela en nombre de la unidad y la coherencia revolucionarias está repitiendo en Salta en nombre de la seguridad vial, de la salud pública y de tantos otros bienes que el Estado está obligado a tutelar, pero por medios leales y transparentes.

Denunciar a los traidores de la revolución o al que estaciona sobre la vereda, espoleados por el gobierno y hasta recompensados por ello, nos regresará, más tarde o más temprano, a un estado de naturaleza en el que el egoísmo volverá a dominar el comportamiento humano y destruirá la convivencia.