
Esta fotografía lo explica todo.
Los cuerpos de policía infantil (masculinos y femeninos) existen en Salta para que los policías adultos enseñen a los niños policías que los Gobernadores son en realidad señores aseados, bien peinados, bien afeitados, que usan saco y corbata cuando representan al Estado en actos públicos y que acostumbran a presentarse ante los ciudadanos con respetuosa pulcritud personal.
Los abnegados policías adultos enseñan a esas esponjas policiales infantiles que los señores descamisados, desgreñados y con aspecto de mala noche que les dedican sonrisas siniestras, aunque se coloquen detrás de las tarimas para pronunciar discursos, aunque den voces de mando, son en realidad personas portadoras de ciertas cualidades que más bien conviene no imitar.
Porque un niño -policía o no policía- ya entiende perfectamente y se pregunta por qué, si el señor desaseado de la camisa rosa tiene obligaciones y deberes como todos, él viste como le da la gana, no se peina y se afeita cuando quiere, y ellos, en cambio, tienen que vestir el uniforme reglamentario de la repartición (o las remeras igualadoras e inclusivas de los playones deportivos), llevar las uñas cortas, las rodillas limpias y el pelo brillante y sedoso.
La igualdad -piensan los niños- debería ser para todos igual. ¿O no?