
Salvo algunas profesiones marginales como las de fonoaudiólogo o las de fisioterapeuta, el gobierno de Urtubey no suele convocar a «agasajos oficiales» con motivo del día de alguna de las demás profesiones.
Por ejemplo, los médicos, los abogados o los ingenieros, cuando celebran sus fechas, no esperan un agasajo del gobierno, sino que se «autoagasajan», como corresponde; y por ello están acostumbrados a pagar ellos mismos la factura de las fiestas, las medallas, los regalos y demás souvenirs.
Pero con los periodistas sucede lo contrario. Desde hace años, la corporación de los informadores públicos depende del «agasajo» del gobierno; es decir, que la cuenta del jolgorio no la pagan los periodistas de su bolsillo ni del de las asociaciones que los agrupan, sino que el dinero sale del bolsillo común de todos los ciudadanos.
El gobierno los atiende a cuerpo de rey, como no hace siquiera con los trabajadores del Estado. En amplios sectores del gobierno parece haber calado esa leyenda urbana de que el periodista -sobre todo el que se desempeña a pie de calle, el movilero- es una persona hambrienta, y no de gloria precisamente.
Al «agasajo» convocado por el Gobernador asistirán seguramente una buena cantidad de escribas a sueldo del Estado. Profesionales que han hecho abandono de su compromiso con la verdad y reniegan todos los días de su deber social de controlar al poder, y que a cambio de un sueldo (a veces bastante abultado) cantan loas al gobierno y ensalzan hasta los límites de la idolatría la figura del Gobernador.
El «agasajo» propuesto será también para los independientes, para los profesionales decentes (o más o menos decentes), pero cuando comiencen a salir las bandejas de humeantes empanadas serán los que «trabajan para la casa» los que morderán primero, como sucede casi siempre.
Seguramente no ha sido el Gobernador, sino alguno de sus escribas a sueldo, quien ha redactado la invitación difundida a los medios, sin advertir que la palabra «Gobernador» se escribe con mayúsculas cuando su nombre y apellidos van a continuación del título, encerrados entre comas.
Tranquilamente podrían haber puesto: «El gobernador Juan Manuel Urtubey invita...», pero al poner «El gobernador, Juan Manuel Urtubey, invita...» han cometido un imperdonable error (la inicial minúscula de la palabra «gobernador»). Este aparentemente imperceptible desliz, ameritaría que el Gobernador (con mayúsculas), en vez de regalarle un horno eléctrico de 2500 vatios de potencia nominal le regale al mal periodista un cepillo dental de unos pocos miliamperes.
Porque -conviene aclarar- ciertos periodistas y periodistos de nuestro medio lavan la ropa, calientan la comida, exprimen las naranjas, tuestan el pan, se secan el pelo, preparan el café y se cepillan el coche comedor con modernísimos aparatos eléctricos que no han comprado ellos, sino los buenazos de los salteños que pagan los impuestos y todavía no saben por qué el gobierno ha elegido a los periodistas para celebrar los Reyes Magos en pleno mes de junio.
Será el Gobernador (o, en este caso, el gobernador) quien volverá, el próximo 6 de junio, a las 20 horas, en el Salón Terrazas de la urbanización La Almudena, a enseñarles a algunos para qué sirven esos cuadraditos blancos con agujeros que hay en las paredes de las casas, cerca del zócalo, y que mucha gente en las villas y asentamientos de la capital, llama con el nombre de «enchufes».
