Boston, destino de peregrinaje para salteños en apuros

  • Boston se ha convertido en el nuevo Lourdes: un nuevo centro mundial de sanación, no tanto para dolencias del cuerpo sino para los defectos y taras del entendimiento. Especialmente, para muchos salteños.
  • Lo que natura non da...
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Cuando en Salta no había nacido aún la generación escogida de los adoradores del turismo, los lugareños en apuros (los señalados, los perseguidos, los deudores, los deshonrados, etc.) tenían unas costumbres bastante austeras en materia de escondrijos.

Hubo quien se escondía en un horno de barro de regulares dimensiones; otros lo hacían en los falsos techos de las viviendas de los cuñados. Los más afortunados se perdían entre los cerros de La Caldera y los más pudientes eran recibidos de forma discreta por piadosos parientes en Metán o en Cafayate.

Ahora, después de que Salta haya cambiado su condición de aldea por la de «nodo» del turismo internacional, los salteños buscan los lugares más insólitos del mundo para desaparecer por un tiempo de la escena que amenaza con devorarlos.

A su regreso -porque siempre vuelven- les encanta mostrar las fotos de su Whatsapp, igual que antiguamente algunos coleccionaban las pegatinas de hoteles y aerolíneas en aquellas viejas valijas de cuero maltratadas en los cruceros por la Costa Azul.

Por motivos que sería muy interesante averiguar -tal vez por las cosquillas que hace en la conciencia la deficiente educación que han recibido- muchos lugareños ponen rumbo hacia Boston, Massachussets, el nuevo santuario de la sanación espiritual e intelectual que ha desbancado a Lourdes en las preferencias vallistas.

Tal vez sean los aires húmedos que soplan desde los altos del Charles river o el sol tímido que se levanta por el Boston Logan International Airport y que se acuesta a lo largo de la Massachussets turnpike. La nueva Atenas tiene todo lo que hace falta para renovar el alma.

Estudios empíricos han demostrado sin embargo que algunos salteños que hacen el trayecto Salta-Lima-Atlanta-Boston vuelven más opas de lo que se fueron. Esto no tiene nada que ver con la elección de la línea aérea, sino más con unas proteínas que normalmente sintetiza el cerebro pero que comienzan a escasear cuando el viajero ha nacido a más de mil metros de altitud sobre el nivel del mar.

La gran paradoja es esta: con la cantidad de salteños que han salido fuera a estudiar y a aprender las maravillas científicas del mundo, con la cantidad de ellos que ha vuelto, Salta debería ser hoy Boston, y no al revés.

A pesar de que andamos repartiendo cerebros por el mundo, Salta es una provincia extremadamente pobre y su democracia está entre las más deficientes del mundo occidental. Así sus hospitales, sus caminos, sus fuentes de energía y sus telecomunicaciones. El mundo ha aportado mucho conocimiento a una buena cantidad de salteños, pero estos, a cambio, no han sido capaces de mejorar nada más que sus cuentas bancarias.

Un párrafo especial merecen aquellos que han asumido su formación personal como una herramienta para transformar la realidad del lugar en el que viven. Hayan salido o no al extranjero, afortunadamente hay hoy miles de salteños serios, inteligentes y bien formados que se baten día a día para superar las limitaciones del entorno y que consiguen traer a Salta chispazos del progreso que han aprendido y estudiado en otras partes del mundo.

A ellos debemos agradecerle que esta sociedad no se haya ahogado ya en sus propias contradicciones.