
Algún temerario asesor, de esos que nunca faltan rondando las mesas de café más inmundas, inventó que los políticos, para serlo de verdad, deben cultivar ese «torpe aliño indumentario» del que habló alguna vez aquel poeta que creció en un patio de Sevilla.
Lo peor no sería esto, sino que los políticos se han creído a pie juntillas que la falta de prolijidad en el vestuario (y en algunos casos, la falta de aseo personal), lejos de ser auténticos destructores de su imagen, los coloca automáticamente en la categoría de políticos «descontracturados» (un concepto que, por cierto, se inventó en Francia, no en Tolar Grande).
Nada más lejos de la realidad. Un político desaliñado, despeinado, descuidado y desaseado, no es un político «descontracturado». Al contrario, es un político disperso y probablemente también sucio.
Si observamos detenidamente la foto que aparece más arriba, veremos que la gran mayoría de los intendentes municipales electos en la Provincia de Salta no solo exhibe una paupérrima forma física (los panzones son amplia mayoría) sino que también demuestra un cuidado bastante deficiente de su imagen personal.
Fijémonos, por ejemplo, en el Intendente de Vaqueros, señor Daniel Moreno, que aparece en primer plano, sentado en la primera fila. Si bien el señor Intendente se ha preocupado por ponerse un saco (punto a su favor) nadie se explica por qué lleva la camisa fuera del pantalón y, mucho menos aún, por qué ha colocado el teléfono celular precisamente debajo de sus partes íntimas, con lo peligrosas que son las radiaciones y los campos electromagnéticos para la sana masculinidad.
Tampoco es muy presentable que todo un señor Intendente lleve la camisa con tres o cuatro botones abiertos, con gruesas cadenas y colgantes a la vista; las mangas arremangadas a media asta, los zapatos llenos de tierra (como si no hubiera lustras en el Grand Bourg); que no lleve medias (asunto grave) y que, para saciar su sed, recurra a una botellita de Coca Cola colocada en el suelo.
Con esas malas pintas, tal vez lo que los Intendentes quieren aparentar ante los funcionarios que manejan la chequera, es que andan «tirados» (para mendigar mejor), cuando la mayoría de ellos (por no decir todos) se acaban de bajar de una lujosísima camioneta cero kilómetro.
Los salteños esperan algo más de sus Intendentes que este espectáculo barato de gente derrotada por el mal gusto.