
Dice la iglesia católica que así como el cumplimiento de los modales y normas de buena educación muestran la «calidad humana» de una persona, la llamada «urbanidad de la piedad», que muestra nuestra fe, esperanza y amor, constituye «el respeto y elegancia, aplicado a las cosas de Dios».
Los que saben de esto remarcan que existe una distancia infinita entre Dios y el hombre; que el amor y la confianza que proceden de la filiación divina no conllevan una falta de respeto o igualdad de situación delante de nuestro Creador.
Por esta razón, es que los fieles dentro del templo deben cuidar las posturas y los gestos. Entre las normas de urbanidad de la piedad sobresale el mandato de no cruzar las piernas durante las ceremonias religiosas.
Un mandato que, como se puede apreciar en la fotografía adjunta, no ha sido observado a rajatabla por la Ministra de Derechos Humanos del gobierno provincial de Salta, Marianela Cansino, y por su compañero de fila, el señor Roque Mascarello, quien aparece sentado a su izquierda.
Dice la Iglesia que no se debe cruzar las piernas, que no es elegante hacerlo dentro del recinto sagrado. Y que en las ceremonias litúrgicas es necesario saber cuándo sentarse, pararse, arrodillarse, etc.
Dejando de lado los aspectos estrictamente religiosos, el cruce de piernas se considera una postura informal y poco decorosa, que a veces trasunta desinterés y desafección. De hecho, es una postura especialmente prohibida para ciertos actos por las reglas del protocolo y la etiqueta.
Se sabe desde hace mucho tiempo (y en este terreno las cosas no han evolucionado en la misma dirección que en otros) que la mujer ha de sentarse en la iglesia juntando las piernas, pero no cruzándolas; puede, si quiere, ladearlas ligeramente y aun pasar un pie por detrás del otro.
En la misma fotografía se puede apreciar a la escribana Marisa Dalila Yudi, esposa del Vicegobernador de la Provincia, en la postura correcta, casi un modelo de corrección. Un poco menos correcta, pero dentro de lo aceptable, la postura del gobernador Urtubey, aunque en su caso se pueda discutir la posición de las manos.
Aun cuando los tiempos cambien y exista una tendencia (quizá una moda) a cruzar las piernas, el no hacerlo se considera una demostración de respeto y de consideración.

