
Aunque el hombre está íntimamente relacionado con la prensa (vende ejemplares de El Comercio y La Nueva España), él jamás había visto su nombre escrito en letras de molde. Hasta que un diario de la lejana ciudad de Salta -de dónde, si no- publicó con grandes caracteres que el rey de España había abdicado en favor de «Felipe de Asturias» (sic).
La alegría y el desconcierto no solo afectó al amable kiosquero sino que cundió entre los miles de Felipes que habitan el Principado, en donde también abundan la sidra y el exquisito queso de Cabrales. Cualquiera de ellos pudo sentirse rey por un día, después de leer el rotundo titular del diario salteño.
La verdad es que el rey de España no abdicó la corona en favor de ninguno de ellos sino de otro Felipe, su único hijo varón, que no se apellida Asturias, como el ilustre escritor guatemalteco, sino Borbón, como su padre.
Como cualquier ciudadano de por aquí, don Felipe lleva en su DNI dos apellidos. El segundo es Grecia, por su madre. Este apellido es -digámoslo así- de andar por casa, ya que la esposa del actual monarca y madre del futuro rey se llama en realidad Sofía von Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg.
El caso es que la persona para quien la prensa de Salta es «Felipe de Asturias», dejará de llevar este «apellido» dentro de unos pocos días, lo cual no es algo que le pase normalmente a los seres humanos, que, salvo casos muy excepcionales (como el de Carlitos Tévez), mantienen su apellido durante toda su vida.
Cuando Felipe sea proclamado rey, el título de Princesa de Asturias -entre otros- pasará de forma inmediata a su hija primogénita, la pequeña Leonor de Borbón y Ortiz, que -salvo que en Salta dispongan otra cosa- mantendrá estos apellidos hasta que se haga mayorcita.
Así las cosas, el próximo Jefe del Estado español tiene solo dos apellidos y no tres como le han asignado en Salta. Algo bien diferente sucede en materia de nombres, ya que el futuro monarca los tiene para dar y tomar: Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos. Más o menos como el creador de nuestra bandera, que, como todo el mundo sabe, se llamó Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
Además de ser Príncipe de Asturias, Felipe lo es de Viana y de Girona. También es Duque de Montblanc y Conde de Cervera, aunque no se le conoce relación alguna con el negocio de las lapiceras ni con el de las inmobiliarias.
Cuando se lleven a efecto los complicados cambios que afectarán a la Casa Real y ante la previsible confusión que provocarán la transmisión y el desplazamiento de títulos nobiliarios y reales, si no queremos equivocarnos al redactar nuestros titulares y si la furia republicanista no lo impide, la única solución segura que nos queda es considerar que la verdadera Princesa de Asturias es Mafalda y el auténtico Felipe seguirá siendo el amigo flequilludo de Manolito.