
Por alguna razón que convendría no averiguar, a alguien se le ha ocurrido escribir que el Black Friday ha provocado el «frenetismo» (sic) entre los salteños.
Era sabido, desde antes de que existieran los black fridays, que mucha gente en Salta padecía de «fernetismo»; es decir, de una afición un tanto desmedida a la bebida del águila y el globo, pero esto de «frenetismo» es completamente nuevo.
Cuando se publicó la palabra, comenzaron a sonar muchos teléfonos para preguntar si no se había querido decir «frentismo»; es decir, algo relacionado con la tendencia de ciertas fuerzas políticas a constituir «frentes» o coaliciones electorales.
Pero, no. El inventor de la palabra se ratificó en ella: FRENETISMO.
Hecho el daño, ya ni siquiera vale la pena recordar que la palabra en idioma español para llamar al delirio furioso o a la violenta exaltación y perturbación del ánimo es FRENESÍ. ¿A quién le importa?
Además, tratándose del estado de ánimo de esos salteños que han acudido en cardumen a los comercios para comprar de forma compulsiva objetos que probablemente no necesitan pero que seguramente los habrán endeudado hasta el próximo año, ¿para qué usar una palabra tan elegante y tan precisa como «frenesí»?
Estos compradores desbocados, que saben que el verdadero artículo de lujo no es el aire acondicionado split que se han comprado sino la energía eléctrica que se niega a brotar de los enchufes cuando hace un calor de muerte, y que compran tablets a sabiendas de que el servicio de datos móviles de las compañías telefónicas es casi prehistórico, no padecen frenesí sino frenetismo: una mezcla de frenesí y de idiotismo, a partes iguales.