El derecho penal tiene unas fronteras bastante rígidas. El mal gusto periodístico, sin embargo, parece no tener límites territoriales de ninguna naturaleza. Una apreciable cantidad de medios digitales de Salta ha publicado este mediodía la imagen de una mujer con el rostro tumefacto. La mujer alega que fue golpeada salvajemente por su novio durante un viaje reciente al Brasil.
El caso es que la publicación de la fotografía de la mujer es desproporcionada en relación con el objetivo periodístico, que no puede ser otro que el de dar cuenta, con la seriedad que el caso requiere, de un nuevo hecho de violencia de género.
Dicho en otras palabras, que la satisfacción de este objetivo informativo primordial se hubiera producido sin necesidad de publicar una fotografía tan explícita de la víctima.
Es del caso suponer que fue la mujer quien voluntariamente cedió a los medios de comunicación las fotografías en cuestión y que, al hacerlo, dio su consentimiento para que fueran publicadas. Pero ello no supone que los medios deban acceder a publicarlas como si fuera la cosa más normal del mundo, pues hay razones de elemental decoro que aconsejan prescindir de este tipo de elementos en una noticia de tales características.
La mujer golpeada ha facilitado el acceso a sus fotografías pero no ha proporcionado a los medios el nombre de su presunto agresor. Hubiera sido más útil y efectivo, desde el punto de vista periodístico, revelar la identidad de su pareja (respetando en cualquier caso su derecho a la presunción de inocencia) que ventilar las fotos de su rostro tumefacto.
Según diversos medios, la Policía se negó a recibir la denuncia de la mujer argumentando que se trataba de «un problema de pareja pasajero». Sin embargo, es más razonable pensar que la denuncia no pudo ser formulada ante la Policía de Salta ya que los hechos punibles ocurrieron -según el propio relato de la viajera- en un país extranjero, en donde ni los tribunales ni la Policía de la Provincia de Salta tienen jurisdicción o competencia.