Salta, ciudad abnegada

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Un escándalo mediático de baja intensidad se suscitó ayer en las redes sociales después de que un importante medio de comunicación de nuestra provincia publicara en sus páginas digitales que la ciudad de Salta resultó «abnegada» (sic) a causa de la tormenta de lluvia que se abatió ayer sobre el Valle de Lerma.

Un apresurado redactor confundió, al parecer, abnegación (una cualidad humana) con anegamiento (un contratiempo hídrico), y desató con su confusión un vivo debate en las redes sociales.


No obstante, el debate más intenso no estuvo centrado en la cuestión lingüística sino en el funcionamiento de los desagües pluviales, especialmente los ubicados en las calles del centro de la ciudad de Salta.

Dicho en otros términos, que las víctimas de la ciudad abnegada, en lugar de quejarse por la mala comunicación, cargaron contra las autoridades municipales, las actuales y las anteriores, a las que adjudicaron, casi por partes iguales, las culpas del colapso que vivió la ciudad ayer cuando sus calles se convirtieron en caudalosos ríos.

Ni el diario ni las autoridades municipales han pedido disculpas por sus errores, y la ciudad se sigue abnegando (renunciando voluntariamente a los propios deseos, pasiones o intereses en favor de otros) y anegando (llenándose de agua).

Tal vez, el día en que aprendamos a escribir bien y a comunicar mejor nuestras ideas y nuestros problemas, las primeras puedan alumbrar las soluciones para los segundos. No conviene olvidar que las revoluciones más profundas de la historia comenzaron con una palabra.

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