A cualquiera le gustaría tener a «su» Messi en el equipo. Los radicales de Salta lo saben muy bien, porque ellos tienen a «Mi» Messi.
Es esta una circunstancia que muy mal ha advertido el Juez Federal con competencia electoral de Salta, que al analizar los parámetros de igualdad de la contienda interna de la UCR debería haberse dado cuenta que tener a Mimessi en una de las listas representa una flagrante desigualdad, a menos -claro está- que en la lista rival haya por lo menos algún Cristiano Ronaldo.
Pero los radicales opositores internos no están para muchos lujos. Han buscado y rebuscado a su Mbappé y a su Paul Pogba, pero solo han encontrado a un puñado de saencistas fuera de toda forma física, con un lío fenomenal de papeles y muy poco control del balón en mediocampo.
Junto con su colega Héctor Chibán (una especie de Luis Suárez con mejores dientes), «Mi» Messi es autor de unos golazos de antología en la Cámara de Diputados de Salta, en la que ocupa escaño desde diciembre pasado.
Uno de estos goles por la escuadra (luego invalidado por el VAR del Indio Godoy) fue el pedido de juicio político al presidente de la Corte de Justicia, Guillermo Catalano, por una nimiedad como es haber intentado un golpe de Estado judicial contra la Constitución provincial.
Otro gol -esta vez a pelota parada- ha sido el proyecto de ley para que se convoque un referéndum y todos los ciudadanos de Salta se pronuncien sobre si es necesario o no reformar la Constitución que el señor Catalano quiso reformar entre cuatro o cinco.
Frente a estos dos auténticos depredadores del área, el buenazo de Lucho Zavaleta tiene un difícil partido para jugar. Mucho más difícil desde que se supo que a quienes lo secundan los entrena Sampaoli y los guía espiritualmente ese nuevo Sócrates que es Chiqui Tapia.
Ha llegado la hora para los radicales de Salta de decir con voz clara y argentina que se proponen cambiar, dejar atrás los alborotos internos, los embargos ejecutivos y los celos entre pesos pesados, para construir un partido en serio que se erija en alternativa a la dolorosa hegemonía del Partido Justicialista, que solo entre Romero, Urtubey, Godoy y Mashur Lapad suman casi cien años de dominación omnímoda.
Es la fantasía de «Mi» Messi la que va a sacar a los radicales de su ostracismo republicano. Es su osadía frente a los rivales al borde del área y sus tiros libres por debajo de la barrera los que amenazan la ciudadela del rancio peronismo salteño.
Y que lo sepan los hinchas de la camiseta de Leandro N. Alem: si no votamos a «Mi» Messi, corremos el riesgo de que los otros nos impongan a su «Su» Cristiano Ronaldo.
Así de claro.
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