
El legislador participaba en una sesión formal de la Cámara de Diputados de la Nación -celebrada a distancia en razón de la situación sanitaria que afecta al país- cuando en un momento dado su webcam retransmitió urbi et orbi, y en directo para todo el país, una curiosa escena.
En la misma se ve al diputado Ameri prodigándose en arrumacos hacia una señora vestida con top de color oscuro. Caricia va, caricia viene, lo cierto es que el legislador salteño pareció más interesado en el tocamiento corporal que había iniciado que en el contenido de la exposición del también diputado Carlos Heller, que en ese momento estaba en el uso de la palabra.
Tan entusiasmado estaba Ameri con el juego erótico que, sin advertir que la cámara estaba encendida (o quizá advirtiéndolo), deslizó uno de sus dedos por la parte superior del top de su partener y expuso su pecho diestro, en una escena tan republicana que recuerda mucho a la famosa libertad despechada de Eugene Delacroix que cuelga de una de las paredes del Louvre.
Acto seguido, Ameri procedió a homenejar a los atributos de su compañera, prodigándole besos a la altura del área circular pigmentada en donde generalmente se sitúan las glándulas de Montgomery.
Sin embargo, en una comunicación telefónica, el legislador le quitó hierro al asunto, diciendo que solo estaba examinando el resultado de la operación de implantes mamarios a la que se había sometido su pareja, que se acercó a la sesión de la soberana cámara para preguntarle a Ameri si el derecho le había quedado un poco más bajo que el izquierdo.
Para comprobarlo, el experto legislador, según sus finas palabras, «le dio un beso en las tetas», lo cual no consideró para nada escandaloso, aun sabiendo que el besuqueo se produjo en el curso de la sesión de una de las instituciones más solemnes del país y que fue seguido en directo por miles de personas.
Según Ameri, estas cosas «forman parte de la intimidad de las personas». Pero desde ayer, forman parte, sin dudas también, de la intimidad de la república.
El incidente parlamentario se produjo solo pocas horas después de que el Presidente de la Nación, por el mismo sistema utilizado por Ameri y los diputados para sesionar, dirigiera su discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Hasta la exbecaria Monica Lewinsky, acusada hace más de dos décadas de desacralizar el Despacho Oval de la Casa Blanca, ha condenado lo sucedido en el Congreso argentino.
Tras su defenestración, al legislador no solo le han sugerido que cambie su nombre a Buck Naked, sino que también le llueven ofertas de grupos carnestolendos, como la celebrada comparsa “Los Chupachichis”, que piensa incorporarlo a sus filas.
