
Los afectados habían denunciado ante la radio que una verdulería instalada en esa calle interrumpía la libre circulación de personas por la vereda.
Solo esta mención fue suficiente para que Serralta «iniciara la articulación de gestiones» (sic) y en cuestión de pocas horas la verdulería estaba clausurada y precintada sin burocracia alguna.
En realidad, el inicio de la articulación de gestiones consistió en levantar el teléfono, marcar un interno y decir: «Che Marcelo, ¿por qué no vas y clausurás la verdulería de Juramento al 1600?».
Nada de solicitudes formales, nada de relato de hechos y fundamentos de derecho, nada de audiencias conciliatorias ni de derecho de defensa. Inmediatamente, una cuadrilla dependiente del Subsecretario de Control Comercial, señor Marcelo Scarponetti, se personó en el lugar, constantando la existencia «de un techado de aproximadamente 4 metros de longitud con caños estructurales y chapas galvanizadas (tipo toldo) de donde penden unas carpas para el resguardo del frío».
No solo el techado toldeado fue clasurado. La misma suerte siguió una despensa instalada en el mismo lugar que no invadía la vereda, pues -según la autoridad- este pequeño establecimiento no contaba con la preceptiva habilitación municipal.
En un comunicado de prensa, el señor Serralta dice que «el eje» de la nueva Unidad de Seguimiento y Control de Gestión es «el vecino». Solo hasta ayer se pensaba que el verdadero eje del aparato desburocratizador era el funcionario remolón, pero al parecer no es así.
Serralta ha elogiado el eficaz trabajo de Scarponetti y sus Scarponetti boys (cualquier parecido con el Chicago de los años 20 es mera coincidencia), diciendo que su tarea fue realmente expeditiva y que consiguió dar respuesta a una necesidad manifiesta de los vecinos.