La suerte de los fiscales que acusaron sin éxito a O. J. Simpson y el caso Jimena Salas

  • El 3 de octubre de 1995, después de once meses de juicio, la Corte Superior de Los Ángeles, California, que juzgó al exfutbolista O. J. Simpson, pronunció una sentencia absolutoria. El jurado lo había declarado no culpable.
  • Los que hablan de 'decoro judicial' son sus principales enemigos

Simpson -antigua estrella de la National Football Leage y actor en varias películas- fue juzgado por dos cargos de asesinato por las muertes de su exeposa Nicole Brown Simpson y de un amigo de esta, Ronald Goldman.


En entrevistas posteriores al juicio, unos pocos jurados dijeron que creían que probablemente el acusado O. J. Simpson era culpable de haber cometido ambos asesinatos, pero que la fiscalía fue incapaz de probar la acusación «más allá de una duda razonable».

Los fiscales del caso, Marcia Clark y Christopher Darden, creyeron siempre tener en sus manos un «caso fuerte» contra el deportista y casi todas las pruebas estaban a su favor; pero entre los errores policiales, que fueron abundantes, y la habilidad de los abogados defensores de Simpson, con el mítico Johnnie Cochran y el padre de las Kardashian a la cabeza, las evidencias genéticas de la fiscalía perdieron su poder de convicción.

Los abogados de Simpson -del que siempre se creyó que había asesinado a su exexposa y al amigo de esta- acertaron a argumentar que su defendido había sido víctima de un fraude policial y de lo que llamaron «procedimientos internos poco rigurosos», que terminaron contaminando la evidencia basada en el ADN.

Pero lo que aquí importa es que ni Marcia Clark ni Christopher Darden continuaron siendo fiscales después de su derrota en juicio.

Marcia Clark tenía poco más de 40 años cuando acusó a Simpson. Pocos años antes, había intervenido en el juicio contra Robert John Bardo, acusado de matar a la estrella de la televisión Rebecca Schaeffer.

Tras su derrota en el caso de O. J. Simpson y a causa de esta debacle, Clark renunció a su cargo de fiscal.

En 1997, Clark publicó, junto a Teresa Carpenter un libro sobre el caso Simpson titulado Without a Doubt en el que relató los procedimientos del juicio, desde la selección del jurado hasta las alegaciones finales. Clark concluyó en que nada pudo haber salvado su caso, teniendo en cuenta la estrategia de la defensa de resaltar las cuestiones raciales relacionadas con Simpson y el Departamento de Policía, y la predominancia de personas negras en el jurado.

La suerte de Christopher Darden no fue diferente. Tras el juicio de O. J. Simpson renunció (según Wikipedia fue despedido de la oficina del fiscal) y se convirtió en profesor de Derecho Penal en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles.

El caso de Jimena Salas en Salta

Tras la lectura del fallo de le sentencia, el pasado miércoles día 26 de mayo, casi todo el mundo en Salta sabe quién salió derrotado.

Las similitudes con el caso O. J. Simpson son notables:

1) Apuñalamiento mortal
2) Arma asesina no encontrada
3) Motivos no descubiertos
4) Alto grado de convicción fiscal
5) Defensa profesional
6) Acusación a la pareja de la víctima

Igual que en caso Simpson, es probable que los acusados que fueron absueltos hayan sido en realidad autores de los delitos juzgados, o que incluso hayan sido los autores del crimen más grave.

Pero igual que en el caso Simpson, han sido los fiscales los que no han podido demostrar nada de lo que se proponían. No han habido factores exógenos (ni jueces prevaricadores ni una opinión pública recelosa): ha sido la propia ineptitud de los fiscales la que ha propiciado este resultado.

Si en 1995 la derrota fiscal en Los Ángeles forzó la renuncia de los dos fiscales del caso ¿por qué no pensar que en Salta tiene que ocurrir lo mismo?

Quienes se han obsesionado por acusar, sin el apoyo suficiente de pruebas de cargo, sin haber investigado rigurosamente, como correspondía hacerlo, y que han fracasado frente a la estrategia de la defensa de los acusados, deben hacerse cargo de su responsabilidad y renunciar a sus cargos inmediatamente, como en su momento lo hicieron Marcia Clark y Christopher Darden.

Este clamor popular se extiende, lógicamente, al jefe de los fiscales y principal valedor de la hipótesis finalmente derrotada en un juicio oral, público y plenamente contradictorio.

Quien ha manipulado la prensa durante dos largos años, atacado salvajemente a los abogados defensores y zapateado sobre la presunción de inocencia, debe ahora dar la cara y admitir su fracaso.