
Es el caso de la sentencia pronunciada por la jueza penal de la ciudad de Orán, señora María Laura Toledo Zamora, que ha condenado a prisión a una «motochorra de cuarentena» (textual de la comunicación judicial) por un delito de robo calificado por haberse cometido en poblado y en banda y por otro delito de violación de las medidas sanitarias.
La mujer condenada se llama Cintia Andrea Garay, tiene 34 años, y es reincidente, por lo que deberá pasar en la cárcel de Orán al menos tres años y dos meses.
Lo llamativo es que la señora Toledo Zamora ha dispuesto que la señora Garay se someta a «tratamiento psicológico a los fines de retomar el vínculo con su hija menor de edad y de esa forma se logre una pacífica convivencia cuando obtenga su libertad».
Desde luego, la mejor forma de «retomar el vínculo» es enviar a la madre a la cárcel, ya que así se excluye cualquier situación de violencia que pueda afectar a la menor de edad olvidada por su pérfida progenitora.
Las psicólogas del Poder Judicial de Salta son tan poderosas, que sus capacidades curativas (por no decir taumatúrgicas) van desde el abandono de los impulsos violentos, a la terminación de los estudios inconclusos, pasando por la «valorización» de las mujeres por parte de quienes las desprecian. Ahora también resulta que la ciencia oficial es capaz de que una madre motochorra vuelva a querer a la hija que ha repudiado. ¡Y por sentencia!
Mañana también podría ocurrírsele a la señora Toledo Zamora ordenar que en el mundo entero reine la fraternidad universal, mandando al enjambre de psicólogas judiciales a que esparzan incienso en las numerosas cuevas diabólicas en las que habitan aquellos que no quieren ni a su madre. Lo que no puede Dios, al parecer lo puede la Sala Segunda del Tribunal de juicio de Orán.
El robo de 'mala madre'
Dice la comunicación oficial del Poder Judicial de Salta que en la madrugada del 22 de mayo del año pasado, la víctima se dirigía hacia su trabajo cuando fue «interceptada en la intersección» (sic) de una calle céntrica de la ciudad de Orán, por tres personas que circulaban en una motocicleta conducida por la acusada. ¿Tres adultos en una moto? Tienen suerte de no haber sido condenados, además, por un delito contra la seguridad vial.El caso es que entre los tres chorros le arrebataron al desprevenido transeúnte una mochila y un celular.
Según la misma comunicación, el denunciante, lejos de conformarse con el robo, persiguió a los motochorros y alcanzó a Garay, a quien -como a muchos otros colegas suyos que tienen serios problemas logísticos con la huida- se le paró la moto y no consiguió arrancarla, por muchas patadas que le diera.
El desposeído consiguió recuperar su mochila, mas no el teléfono celular, pues el aparato sustraído ya había sido colocado fuera de su alcance por los otros motochorros, que consiguieron huir de la escena del crimen, probablemente a pie, ya que las chorrocicletas funcionan bastante mal en Orán, como lo hacen generalmente en toda la Provincia de Salta.