El juez Lezcano condena a prisión a madre e hija por vender drogas en el Bajo Chico salteño

  • Una de ellas -la hija- no ingresará en prisión, ya que su condena será ejecutada de forma condicional, según lo ha dispuesto el juzgador.
  • Juicio penal en Salta

La sentencia ha sido pronunciada en procedimiento abreviado por el señor Roberto Faustino Lezcano, integrante de la Sala IV del Tribunal de Juicio de la ciudad de Salta.


La condenada a una mayor pena es la ciudadana María de las Mercedes Orquera, de cuarenta y seis años, que deberá purgar cinco años de prisión efectiva y pagar una multa, tras haber sido declarada culpable de un delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, y haber procedido Lezcano a unificar la condena por el nuevo delito con otra anterior y revocar la ejecución condicional de una condena anterior.

Según la información del portavoz de prensa del Poder Judicial de Salta, la Unidad Fiscal contra la Narcocriminalidad se hizo eco de una denuncia anónima, que indicaba que una tal “María”, que vivía en la calle Ituzaingó, en la zona del Bajo Chico, se dedicaba a la venta de sustancias estupefacientes.

La investigación fiscal puso de manifiesto que, efectivamente, madame Orquera se dedicaba a vender drogas en su domicilio, valiéndose otras personas a las que usaba como vigilantes y guías que ayudaban a los compradores a dar con su surtido mostrador. Ni los vigilantes ni los guías -partícipes necesarios del delito- han sido identificados y parece que ni siquiera han sido inquietados por la autoridad fiscal.

A la que sí le echaron el guante es a la hija de Oquera, una jovencita de 23 años llamada Valeria Trovato, que según la información oficial judicial atendía el mostrador de su madre cuando esta se ausentaba del hogar familiar.

Orquera pasará las próximas navidades (y algunas de las que siguen) en la cárcel de mujeres de Salta, pero allí deberá recibir asistencia médica porque padece de hipertensión arterial.

La joven Trovato fue condenada por el mismo delito de su mamá, pero en calidad de partícipe secundaria. Durante los dos años y ocho meses que dura su condena deberá someterse a las reglas de conducta usuales, a las que se añaden la de encontrar un trabajo (que no sea el de atender el negocio familiar, lógicamente) y terminar su educación secundaria. El control del cumplimiento de estas medidas será efectuada por la Dirección de Inserción Social y Supervisión de Presos y Liberados de Salta.