Prisión para el profesor de música juzgado por abusar sexualmente de una joven alumna en Salta

  • El ciudadano Carlos Enrique Uriburu, de 61 años, ha sido condenado a la pena de diez años de prisión por el tribunal que lo ha juzgado por un delito de abuso sexual gravemente ultrajante por la circunstancia de su realización, calificado por ser su autor el encargado de la educación de la víctima.
  • Juicio penal en Salta

El tribunal juzgador, integrado por los magistrados Norma Beatriz Vera, Maximiliano Troyano y Ángel Amadeo Longarte, ha declarado culpable al acusado y ha dispuesto su inmediato ingreso en prisión, ya que el hombre cumplía con prisión preventiva en su domicilio.


Según la información oficial, el condenado se alojará en la unidad de atención médica dependiente del Departamento de Sanidad. Le buscarán «un lugar con buena ventilación, evitando toda situación de hacinamiento y con el permanente control por la patología respiratoria que padece, y por cualquier otra que pudiera contraer».

Estas precauciones hacen sospechar que en la misma cárcel hay presos alojados en lugares con pobre ventilación y que padecen hacinamiento, lo cual resulta violatorio tanto de los reglamentos carcelarios como de los convenios internacionales suscritos por la República Argentina en la materia.

Además se impuso a Uriburu la obligación de someterse a un tratamiento psicoterapéutico, atento a la naturaleza de los hechos por los que fue condenado.

Uriburu se desempeñaba como profesor de música en el colegio al que asistía la víctima. En agosto de 2018, el acusado se ofreció para darle clases particulares y gratuitas de guitarra a la menor, en su casa, aduciendo que tenía aptitudes para la música. En un primer momento, la adolescente asistía al domicilio de Uriburu acompañada por su madre, quien se quedaba a esperarla hasta que terminaba la clase. Cuando estas se fueron haciendo más largas, la menor comenzó a acudir sola.

La denunciante -madre de la víctima- dijo en el juicio que el profesor recibía a su hija acompañado por su esposa. Manifestó que ambos se fueron ganando su confianza con sus atenciones (le hacían obsequios a la menor y la esposa del condenado la acercaba hasta su domicilio). En ocasiones -aprovechando la mala situación económica de la familia- Uriburu buscaba a la adolescente a la salida del colegio para llevarla hasta su casa y le daba dinero para sus gastos.

La denunciante señaló que, desde que empezó a asistir a las clases de música, su hija cambió su comportamiento: lloraba de noche, no dormía, no quería comer y no toleraba la cercanía de hombres. Preocupada, llamó a su hija mayor para que hablara con ella. En septiembre de ese año, la víctima le contó a su hermana que había estado sufriendo abusos por parte del profesor de música. Manifestó que cuando llegaba a la clase, la mujer de Uriburu se retiraba, ambos se quedaban solos y él la sometía sexualmente. Luego la obligaba a bañarse. El condenado le advertía que no contara nada porque él tenía un buen abogado defensor y la amenazaba con hacerle daño a su familia. También le decía que estaba en contacto con una red de trata de Colombia y que la iba a mandar a ese país.