A cambio de eludir el juzgamiento y una casi segura condena, el juez les ha impuesto una serie de reglas de conducta que deberán cumplir si no quieren verse sometidos efectivamente a juicio.
Entre las reglas usuales figuran la de fijar un domicilio y avisar al tribunal de cualquier cambio, no consumir drogas y beber alcohol «sin abusar», no discutir ni disputar «con el sujeto pasivo del delito» (salvo que sea en presencia de la autoridad competente, con lo cual podrán dirigirse improperios pero siempre con el umpire presente) y abstenerse de cometer «otro» delito.
Los jueces de Salta, cuando mandan reglas de conducta, acostumbran a ordenar a los condenados, liberados condicionales y exentos de juicio a que acaben la escuela primaria, o cosas por el estilo. Excepto una jueza que hace unos años, y al ver que su preso ya tenía todos sus estudios obligatorios satisfechos, lo mandó a seguir la universidad.
En este caso ha sido diferente, puesto que el señor Armiñana Dohorman se ha encontrado con dos imputados a los que no le faltan, al parecer, diplomas.
Tanto, que entre las reglas de conducta les ha incluido la obligación de impartir seminarios de comunicación durante cuatro meses. Lo que no se sabe es si estos seminarios otorgarán puntaje para los docentes y si sus asistentes recibirán un certificado en caso de que lo hayan completado, ya que al pie del diploma deberá firmar una persona sujeta a a probation.