
No serán más de 120 jueces los llamados a votar, pero en esa minúscula porción de la sociedad están depositadas buena parte de las esperanzas ciudadanas de que se produzca un cambio radical en la política de Salta.
La tenaza oficialista, conformada por la alianza invisible entre la aristocracia más conservadora de Salta y el aparato informal del Partido Justicialista incrustado en el Poder Judicial, busca refrendar con un buen resultado el descalabro de los últimos cuatro años, periodo en el que la justicia salteña ha caído a su nivel más bajo de consideración social de toda su historia.
En frente, un puñado de jueces valientes, que descreen tanto de la judicatura «de clase» como de la partidista y que busca rescatar el prestigio de una profesión que, por razones que son bastante fáciles de imaginar, ha experimentado una dramática devaluación de sus principios fundamentales de independencia e imparcialidad.
Pero los números indican que el resultado de la votación puede arrojar sorpresas. Más de un juez se está pensando en estos momentos si lo que mejor conviene a su futuro es hacer saltar todo el sistema por los aires, dándole la espalda a la «tenaza».
Y aunque el oficialismo bicéfalo ganara las elecciones, quedará patente la profunda división de la judicatura, tanto si la lista opositora consigue hacerse con más de 40 votos, como si la suma de los sufragios de la «tenaza» es inferior al número de avales obtenidos -por medios no demasiado transparentes- por los miembros de la lista más cercana al gobierno y más alejada de la independencia.
Es verdad que a muchos les gustaría quedarse como están. Pero es que si un juez es valiente para dictar sentencias sin que nadie le indique a favor de quién fallar, debe ser todavía más valiente para -en la soledad del cuarto oscuro- elegir en libertad entre la «tenaza» (que representa el terror, principal enemigo de la libertad y la dignidad de un juez) y la promesa de independencia y calidad institucional.
No todo está dicho. Para sobrevivir en la jungla judicial no solo hace falta practicar el amiguismo y el vasallaje, sino también -como puede suceder esta mañana- poner en acción la decencia.
Por la tarde veremos quién es quién.