Chirete, 'el renegáu'

  • El acusado Chirete Herrera, preso convicto en ejercicio, ha desafiado al tribunal que lo juzga por su enésimo crimen machista.
  • Juicio penal en Salta
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Pocas horas después de que una jueza letrada de la Provincia diera una clase televisada de buenos modales procesales, el preso Chirete Herrera se sentaba en el banquillo de los acusados y ponía a caer de un burro a los jueces que empezaron a juzgarlo por homicidio doblemente calificado.


Según destacan las crónicas de varios medios de prensa que presenciaron la primera sesión del proceso, a la inversa de la jueza de Familia, fue Chirete quien prepeó a los jueces y se retobó frente a su autoridad, ejercida en este caso con un tono verbal suave, digno de una canción de Enya.

El segundo asesino más famoso de Salta, lejos de dejarse intimidar, requirió a sus juzgadores para que le dijeran por qué razón los guardiacárceles que se sientan cerca de él en el banquillo están acusados de «abandono de persona», no antes de rigorear al mismísimo presidente del tribunal, quien por exigencias del guión se vio en el predicamento de solicitarle al acusado que se identifique. Chirete consideró tan extravagante el pedido del juez que le respondió con un «¿es que no sabí leé, papá? ¿Qué dice ahí en los papeles que tení? Chirete, ¿no?».

Menos mal que el presidente de la Sala VI del Tribunal de Juicio se contuvo y no le respondió al acusado con el lugar común empleado por la jueza Güemes: «yo solo estoy usando mis facultades constitucionales».

A la vista de lo sucedido tanto con Chirete como con la jueza de Familia, los responsables del programa de formación continua de la Escuela de la Magistratura han comenzado a pensar en la conveniencia de que, además de las facultades constitucionales, los magistrados utilicen también otras dos: 1) las facultades mentales (asegurándose por todos los medios científicos de que las mismas no se encuentren alteradas) y 2) las facultades de Derecho (a las que más de uno debería volver -como dice el tango- «con la frente marchita»).

Según se ha sabido en fuentes no oficiales de la Ciudad Judicial, en la mesa distribuidora de asuntos penales habría tenido entrada el pedido de una asociación que reclama vivamente que Chirete sea juzgado, pero no por la Sala VI del Tribunal de Juicio, sino por la inamovible y vitalicia señora Güemes. Las portavozas de esta asociación aseguran que si la jueza salteña saca otra vez a pasear su labia palermitana, desempolva su decibelímetro y emplea en la audiencia ese tono tan imperativo y feroz que conoció el mundo gracias a un vídeo casero, a Chirete se le van a caer las medias del susto y va a aceptar sin rechistar la autoridad del tribunal.

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