Funcionario prepotente y bocazas ‘desplazado’ en Salta

  • En cualquier parte del mundo, los cargos políticos designados por el gobierno terminan, bien por cumplimiento del mandato o del plazo acordado, bien por renuncia, por muerte o incapacidad o bien por cese o destitución.
  • La transparencia informativa en entredicho

Solo en Salta ocurre que aquellos funcionarios que han perdido la confianza de quien los ha designado son «desplazados» o «apartados» de su cargo. Nadie en Salta se va o termina de irse. Ni siquiera el que mete la pata o el que mete los dedos en el tarro. Las «salidas» son siempre honrosos pasos al costado.


Es el caso del benemérito don Juan Adrián Medrano de la Serna, el hombre que presuntamente el pasado fin de semana se excedió fiero con unos policías que controlaban el acceso a un pueblo de Salta, a quien casi todo el mundo coloca esta mañana fuera del gobierno.

Lo curioso es que no se conoce ninguna norma de ningún rango que disponga su cese o destitución. Nada ha sido publicado ni divulgado. El ministro del área en la que prestaba servicios nada ha dicho del asunto. Alguien ha dicho que el señor Medrano fue «desplazado» y con eso tenemos que quedarnos.

Probablemente en los próximos días veamos en el Boletín Oficial un decreto o una resolución ministerial «aceptando» su renuncia, lo cual, si ocurre, no haría mejor cosa que confirmar que no hay en el gobierno ningún funcionario con coraje suficiente para destituir a un subordinado, por pérdida de confianza o por mal comportamiento.

Todo se queda en definitiva en el lenguaje de la diplomacia. Por un lado el gobierno da a entender que ha cesado fulminantemente al funcionario prepotente y bocazas, pero nada queda en los papeles. Está bien que no se quiera hacer sangre con alguien que ya ha perdido la confianza de sus superiores, pero estaría mucho mejor si todos conociéramos que el gobierno ejecuta la responsabilidad política de una forma transparente; es decir, de una manera que resulte comprensible para los ciudadanos.

Lo que no es comprensible es que se utilicen eufemismos como «desplazado», «apartado» o «pasos al costado», cuando lo que ha ocurrido es otra cosa.