
La anunciada integración de hombres o mujeres partidarios del presidente Macri en el gobierno que dirige Juan Manuel Urtubey plantea un interrogante fundamental: ¿Conviene a quienes ganaron las elecciones quedar pegados a un líder que ha salido derrotado y debilitado de los mismos comicios?
Y otro más: ¿No es más rentable, tanto en términos políticos como electorales, una cohabitación, como la que propone el intendente Gustavo Sáenz?
Parece claro que la distribución territorial del poder en Salta, aunque engañosa, permite que el «buen rollo» entre las dos facciones que protagonizaron el último pulso electoral se mantenga en términos positivos. El ingreso de macristas al gobierno de Urtubey solo serviría para dinamitar el entendimiento y para hacer imposible la cohabitación con Sáenz, ya que no se debe olvidar que fue Urtubey el que personalmente ideó el montaje de una Intendencia Municipal paralela, para restar protagonismo a Sáenz, y en su fuero íntimo desea más que nada en el mundo que no sea el actual Intendente el que lo suceda en el cargo de Gobernador.
Así las cosas, el macrista que se anime a subirse al carro choclero en que se ha convertido el gobierno de Urtubey, no solo se arriesga a recibir las peores críticas de una ciudadanía cada vez más implacable, sino que poco podrá rascar de un gobierno que está en sus horas más bajas, y menos sacar algo bueno de un macrismo al que interesa, más que cualquier otra cosa, que despegarse de los peronistas perdedores.
La cohabitación es la única solución inteligente: el diálogo entre dos poderes y dos formas de ver la misma realidad. Todo lo demás es entronizar la rosca y perpetuar el modelo endogámico sobre el que está estructurado desde hace décadas la política salteña.
Urtubey propone una falsa apertura; o para mejor decir, una apertura que solo conduce a cerrar filas en torno a su figura, como presidenciable, como vicepresidencia, como nacionalizable, como concejalable o como lo que sea, pero siempre en torno de sí mismo, sin proyecto, sin identidad, sin sustancia.
Y eso para el macrismo es demasiado fuerte.