
Lo que muchos salteños se han tragado gracias a los millones invertidos en la publicidad falaz y tendenciosa de un producto vulnerable y peligroso para las libertades cívicas, los porteños lo han examinado con lupa y un espíritu crítico a la altura de las democracias más avanzadas del mundo.
Se podría admitir, con cierta precaución, que fuimos los salteños los primeros en darnos cuenta de la gravedad del asunto y que algunos valientes, en clara minoría, denunciaron las trampas, vulnerabilidades y opacidades de un sistema que contó desde un primer momento con la sospechosa complicidad de la administración electoral del Estado y se benefició de falta de una autoridad neutral e imparcial que examinara en profundidad su funcionamiento.
Pero los salteños no supimos ir más allá y en vez de lanzar movimientos cívicos consistentes como el que en Buenos Aires lideran Beatriz Busaniche y la Fundación Vía Libre nos hemos dispersado en teorías conspirativas y malgastado nuestro tiempo en estrategias jurídicas tan absurdas como estériles.
Han sido estos activistas los que han terminado por demostrar al mundo que el voto electrónico que Urtubey compró para perpetuarse en el poder jamás ha sido sometido a una auditoría seria que permita certificar su plena compatibilidad con los principios democráticos y republicanos. Han sido aquellos los que han descrito el ataque multivoto, que permite que una sola boleta electrónica sume múltiples votos.
Ni en Salta (ni en Tartagal, donde según el intendente Leavy hay gente muy «léida») fuimos capaces de llegar a tanto.
Por tragar basura, nos hemos tragado hasta que los certificados SSL de los terminales que envían los datos desde las escuelas al centro de cómputos puedan ser manipulados por cualquiera, según ha denunciado el programador Joaquín Sorianello.
La semana pasada, Sorianello advirtió a la empresa MSA sobre a filtración de estos certificados de seguridad, que estuvieron publicados en el sitio http://caba.operaciones.com.ar por una deficiente configuración en sus servidores.
El programador ha explicado que «cualquier persona malintencionada podría con estos certificados SSL enviar resultados falsos del escrutinio y también podría realizar un ataque de denegación de servicio. Es decir, transmitir tantos resultados que hagan que el sistema no pueda procesar los recuentos genuinos».
«Es necesario que esto se difunda porque los votantes no saben lo que van a votar. Nos están vendiendo un buzón y la mordaza mediática que existe para que nadie critique a Macri impide que la gente se entere de algo que es muy grave», ha dicho Sorianello en tono serio, sin recordar que el buzón fue comprado antes por Urtubey que por Macri y que el voto de un millón de salteños ha padecido estas vulnerabilidades y ha estado expuesto a trampas y manipulaciones de toda especie, sin que a los ciudadanos y a los jueces se les haya movido un pelo.