
A Urtubey le ha costado encontrar un «mariscal de la derrota» para la capital de Salta, pero al final lo ha encontrado.
El actual Gobernador de Salta no ha elegido finalmente al mariscal del amplio muestrario de obsecuentes cercanos al poder que se le ofrecían ligeros de ropa, sino que ha ido a buscarlo a las filas del enemigo.
En efecto, el abogado Javier David, último Ministro de Hacienda de Romero y, durante años, defensor acérrimo del exgobernador, ha sido el elegido por Urtubey para intentar la misión imposible: ganar la Intendencia Municipal de la ciudad de Salta.
La bendición final de David tuvo lugar ayer, en una de esas ceremonias horizontales que, bajo la presidencia del «papa copto» Santiago Godoy (padre), celebra la cada vez más reducida cúpula del Partido Justicialista de Salta.
La decisión -inobjetablemente democrática, como casi todas en cuya elaboración participa Godoy- cierra prematuramente la segunda Batalla de Salta; esto es, el sangriento enfrentamiento fratricida que se podría haber producido si alguien con autoridad no bajaba el martillo para señalar a un candidato y hundir a los otros.
La casualidad ha querido que el final de la batalla se haya producido 202 años después del enfrentamiento, en tierras de Castañares, de los ejércitos de Pío Tristán y Manuel Belgrano, que para los españoles fue ganado por el primero y para los argentinos por el segundo.
En la cuneta quedan al menos una docena de candidatos. Otros aspirantes -como Matías Posadas- cegados por la ambición, han optado por sellar la papeleta de candidato aprovechando el paraguas de otros partidos.
La oficialización de David revela también que el oficialismo tiene un lado oficial y un lado trucho. Para los entendidos -como Godoy padre- esta doble cualidad del peronismo oficial (la del rostro de Jano) es la que permite al partido la máxima flexibilidad en el juego democrático, pues cuando los candidatos del peronismo no-oficial (o trucho) consiguen cargos representativos en las elecciones, normalmente ejercen de oficialistas (cuando conviene), pero excepcionalmente también ejercen de opositores, sobre todo cuando se trata de designar auditores, miembros del Consejo de la Magistratura o del Jury de Enjuiciamiento.