
En una demostración del nivel ridículo que puede alcanzar una campaña electoral, el Gobernador de la Provincia de Salta, Gustavo Sáenz, cuando faltan cuatro días para las elecciones, se ha fotografiado en la Casa de Gobierno con sus dos candidatos a senadores provinciales por la Capital, señores Emiliano Durand y Matías Posadas.
Recibí a @matiasposadas y @jmedurand, candidatos a Senador Provincial por la Capital de nuestros dos frentes electorales #GanaSalta y #UnidosxSalta.
— Gustavo Sáenz (@GustavoSaenzOK) August 10, 2021
Reafirmamos el compromiso de seguir trabajando juntos por los salteños, cualquiera sea el resultado de las elecciones del domingo. pic.twitter.com/kFxdR4p1Sx
¿Por qué no ha escogido para fotografiarse la sede del Partido Justicialista de Salta?
¿Por qué, al utilizar la Casa de Gobierno, de la que no es más que un inquilino transitorio, el Gobernador no se ha fotografiado con todos los candidatos a senadores provinciales, los propios y los ajenos?
Pocos entienden cuál es el mensaje que ha querido enviar el Gobernador de la Provincia a pocos días de las elecciones.
¿Significa que él llama a sus seguidores a votar por Durand y por Posadas al mismo tiempo, sabiendo que esto no es posible?
¿Pretende promocionar solo a estos dos candidatos para evitar que su figura (la del Gobernador) se desplome en las próximas elecciones en la capital de la Provincia? La noche del próximo domingo 15 ¿sumará los votos de los candidatos del pulóver morado, para decir que él ha ganado, aunque los dos hayan perdido la banca?
El nivel de descaro es superlativo y desde el propio gobierno no se oculta la intención de confundir al electorado.
Descargan violentas críticas contra el despistado Esteban D'Andrea por no saber a qué partido pertenece, pero quienes han fomentado la confusión, borrando las fronteras políticas entre las diferentes fuerzas, se muestran alegremente sentados sobre aquella mesa del escudo esmerilado, en la que tienen derecho a sentarse todos, desde el más pudiente al más humilde, desde el candidato más poderoso al que menos probabilidades tiene de salir elegido.
¡Qué puede importarle a un candidato como Matías Posadas que esta ceremonia de bendición pontificia se celebre en el corazón del poder del Estado!
Él ha venido usando de cuanto recurso estatal encontrara a mano para sacar ventaja electoral, a despecho de su neutralidad. Nunca ha tenido el más mínimo reparo y es difícil que lo tenga ahora.
Al que debería importarle el significado de este gesto es al gobernador Gustavo Sáenz, que en circunstancias como la que atraviesa la Provincia debería cumplir, con el mayor decoro que le sea posible, su papel de jefe del Estado, dejando sus tentaciones justicialistas (por llamarlas de algún modo) en un prudente segundo plano.
Las posibilidades de que los electores salteños castiguen este tipo de comportamientos son realmente mínimas. Sáenz ha crecido y engordado nutriéndose de una cultura en la que la accountability democrática tiene el mismo valor que las palabras para la meditación; es decir, nadie le da bola.
Sáenz repite puntualmente los ritos preelectorales de Romero y de Urtubey, creyendo que porque ellos lo hicieron él también está legitimado para hacerlo, en lo que a todas luces es una lectura muy precaria de la particular sensibilidad del elector salteño, que ha dejado (o mejor dicho) intenta dejar atrás un cuarto de siglo de paternalismo mesiánico para recibir las décadas que vienen con espíritu crítico.
En su visita a Salta, la exministra Patricia Bullrich ha dejado bastante claro que Sáenz -ex beneficiario de las políticas del PRO y electo Gobernador con los votos macristas- ahora es un punto de discreto valor en las filas kirchneristas.
Pero dentro de ellas, el Gobernador pretende jugar a dos puntas, como quien decide tener los dos sexos al mismo tiempo (una posibilidad aún no contemplada en nuestra progresista legislación civil) y declararse un día víctima de la violencia de género y al siguiente ejercer como macho alfa de la manada, encabezando los desfiles de los gauchos straight.
La triste foto de Sáenz con Durand y Posadas demuestra sin necesidad de ningún esfuerzo que la política más doméstica de Salta está más cerca de la dualidad sexual que del sexo no binario.
