
La decisión de Saénz -inesperada, tanto por sus vínculos con el macrismo como con el massismo- pareció dejar librada al tráfico una ancha avenida para que por ella circularan otros candidatos del macrismo, tan mal avenido en Salta.
La dimisión de Fernando Yarade al cargo de Jefe del Gabinete de Ministros del gobierno de Urtubey puso en evidencia la poca afinidad entre el dimitido y su antiguo jefe, pero también encendió las alarmas por la posibilidad concreta de que un giro inesperado en la estrategia del Banco Macro colocara a Yarade como candidato de Macri en Salta, desairando así a Urtubey y a su fórmula.
Pero, aun con Macri en el extranjero, sus principales espadas en territorio nacional han hecho un esfuerzo bastante considerable porque el apoyo de Sáenz a Urtubey se quedara en aguas de borraja y aparentemente lo han conseguido, como lo demuestra la presencia en Salta (en una acto municipal de trascendencia menor) del candidato de Macri a Vicepresidente de la Nación, Miguel Pichetto, y del Ministro del Interior del gobierno federal, Rogelio Frigerio.
Los visitantes no han tenido reparos en anunciar que Cambiemos «se prepara» para gobernar Salta y no caben dudas ya que, si lo consiguen, será Gustavo Sáenz el elegido y no otro.
Pero todavía falta un pequeño detalle: que Sáenz anuncie que va a apoyar a Macri como candidato a Presidente y que, en consecuencia, no va a apoyar a Urtubey. Si ello ocurre, que todavía es posible, Urtubey se vería obligado a reformular sus movimientos, puesto que él también había anunciado hace algunos días que su candidato a Gobernador de Salta (un anuncio que se resistió a hacer lo más que pudo) era Gustavo Sáenz y no otro.
Se especula incluso que la decisión que adoptó Urtubey de paralizar una importante obra de infraestructura fue en realidad un guiño a Sáenz, para que fuera él quien la licitara, la contratara, la ejecutara y, probablemente también, la inaugurara. La obra en cuestión había sido lanzada por Fernando Yarade, hoy fuera del gobierno.
Pueden ocurrir varias cosas. La primera, que Urtubey -una vez desairado por Sáenz- se quede sin candidato a Gobernador; la segunda, que el desaire lo determine a promover a otro candidato, que no será Yarade sino probablemente el vicegobernador Miguel Ángel Isa, quien ya logró deshacerse de Yarade, pero que tropieza con el pequeño inconveniente de que Urtubey, ya alejado del peronismo, viene colocando a altos puntos del Partido Renovador de Salta en las principales candidaturas peronistas.
La tercera es que Urtubey mantenga su apoyo a Sáenz, pero no para elevarlo sino para hundirlo. Hoy por hoy el apoyo explícito de Urtubey es como la mancha venenosa.
La danza de nombres y de siglas continúa en Salta y es probable que nada quede firme hasta el próximo mes de octubre, fecha señalada para la celebración de las elecciones internas obligatorias. Hasta tanto, los salteños, que ya prácticamente se han olvidado de lo que significan los partidos políticos y a los que desde luego no asignan ninguna utilidad, tendrán que debatir y decidir si el futuro de Salta pasa por Romero o por Urtubey, en sus diferentes marcas y combinaciones.
Es decir, lo único que va quedando de la decantación más o menos natural del caos inicial es la opción entre dos falsos peronismos: el neoconservador de Romero y el nacionalista clerical pseudoizquierdista de Urtubey. Entre los dos baila Gustavo Sáenz, a quien mucho le gustaría tener el apoyo de los dos últimos gobernadores, sin importarle mucho el daño que los dos han hecho a Salta y a sus oportunidades de futuro.
Con Macri y Romero de su lado, Sáenz tiene buenas expectativas, pero si a ese tándem suma el nombre de Urtubey, su victoria es casi segura, aun teniendo en cuenta de que una importante cantidad de salteños lo que quiere en romper con el pasado de una forma nítida pero al mismo tiempo sincera. El tiempo dirá con la claridad que el asunto se merece quién ha fallado aquí para que cuando se inicia la segunda mitad de 2011 los salteños lleguen a esta instancia sin una alternativa real en el horizonte y apenas sin esperanzas de que los factores de poder que han sumido y mantienen a más de 600.000 salteños en la miseria decidan, por fin, replegarse.