
En un ciclo de charlas abiertas organizado por Unidad Popular, el excandidato a diputado nacional por esta fuerza política, Edmundo Falú, ha participado de un debate sobre la financiación de los partidos políticos en el que trató el tema del voto electrónico salteño.
Falú intervino en la mesa de reforma política y modos de votación, junto a Oscar Blando, experto en Derecho Constitucional, y Juan Manuel Abal Medina, politólogo y exjefe de Gabinete del gobierno federal argentino.
Durante su intervención en el debate, Falú expresó que, pese a la celeridad que ofrece el voto electrónico y a una indiscutible igualación de las posibilidades de los candidatos de las distintas fuerzas políticas, el sistema adoptado en Salta conspira contra «tres atributos esenciales» del sufragio: (1) la garantía del derecho al secreto del voto, (2) la seguridad del sistema y (3) su «auditabilidad», en un proceso que se inicia desde la emisión del voto y se extiende hasta el escrutinio posterior.
Según Falú, el sistema de votación implantado en Salta y en la ciudad de Buenos Aires es denominado como boleta única electrónica porque se dice que es una computadora que no tiene ninguna capacidad de almacenamiento y que actúa en una primera etapa como emisora y en una segunda etapa como contadora de votos. La empresa proveedora hasta la última elección fue MSA (Magic Software Argentina), que está obligada a proveer el software a utilizarse a fin de la realización de auditorías unos días antes de la votación.
Los partidos políticos envían a sus “fiscales informáticos” y, en un proceso conducido por los técnicos de la empresa, revisan el código fuente de la aplicación y graban un DVD “maestro”. Luego, y siempre a la vista de todos, realizan tantas copias del DVD como mesas haya en la elección, y las entregan a la Justicia Electoral para su custodia.
Con esto se intenta mostrar que la integridad del software que ejecutarán las máquinas de votación y conteo está garantizada. Lo que la empresa no dice es que la máquina de votación no es una computadora, sino dos.
La primera es la encargada de ejecutar el software que se encuentra en el DVD de arranque, que es el que se audita y se somete al escrutinio de todas las fuerzas políticas y la otra, de la que nada se comenta, ejecuta un software desconocido para la autoridad electoral, los partidos y público en general. Esta segunda computadora se encarga de gestionar el dispositivo de lectura y escritura de los chips RFID incluidos en las boletas, además de la impresora. En ella, se ejecuta un sistema operativo y un programa que no sólo no son mencionados en las auditorías. Esta segunda computadora sí tiene capacidad suficiente para almacenar cuanto menos los identificadores únicos de cada chip RFID, el número de secuencia, la hora de emisión (grabación) y el contenido de cada voto.
Todo lo escrito en los chips de las boletas de votación y lo impreso en las mismas, y de almacenarse esta información podría violar el secreto del voto.
En lo referente a la seguridad del sistema, Falú se pregunta si el sistema de voto electrónico es inviolable como dijo el gobernador Urtubey o si es más razonable pensar que, como todo sistema operativo, puede ser hackeado.
Lamentablemente es altamente vulnerable, afirma Falú, quien ha puesto como ejemplo la filtración del código fuente y de los manuales de capacitación de los técnicos, «que aparecieron como si nada en Internet» y que se produjo tanto en las elecciones de Salta como en las de la ciudad de Buenos Aires.
Antes de los comicios, investigadores independientes reportaron un defecto en el sistema usado en la ciudad de Buenos Aires para las elecciones a Jefe de Gobierno en 2015 dice Falú. Según él, el bug permitía cargar varios votos a la vez, algo que ninguna de las auditorías oficiales había notado.
Otro investigador descubrió un manejo poco seguro del mecanismo de encriptación utilizado, lo que permitía que cualquier persona pudiera enviar al centro de cómputos resultados como si fuesen oficiales.
Una máquina comprometida o adulterada tambien podría imprimir al candidato A en letras y grabar en el chip al B. Incluso no tiene que hacerlo siempre, que sería muy obvio, puede hacerlo en una cantidad estadísticamente pequeña de casos, lo suficiente como para asignarle una banca de más o de menos a algún partido, o definir un ballottage muy parejo.
En cuanto a la posibilidad de evitar el pago por voto de un determinado candidato, Falú sostiene que el sistema electrónico tampoco es útil porque con un lector de un celular común se puede conocer a quien eligió el votante.
Si bien en las normas de control de voto electrónico, introducidas en la ley provincial 8010, se prohíbe expresamente ingresar con aparatos electrónicos al cuarto de votación, Falú afirma que en los lugares de votación no vio ningún tipo de controles para evitar este riesgo de manipulación.
Con respecto a la transparencia del sistema, según Falú, un ciudadano común está claramente impedido de fiscalizar y auditar una elección porque carece de conocimientos informáticos para hacerlo. Esta imposibilidad fue lo que determinó en su día que un país como Alemania declarara la inconstitucionalidad del voto electrónico.
Si dependemos de un proceso técnicamente inaccesible para la enorme mayoría de nosotros -dice Falú- (salvo los expertos en desarrollo de sistemas de votación electrónica), la transparencia del sistema para el ciudadano común desaparece.
«En las próximas elecciones, ya que tanto se habla de reforma, podríamos debatir todos los partidos políticos y el gobierno actual si la boleta única de papel, ya sea por categoría (como en Santa Fe) o completa (como en Córdoba), podría ser una verdadera acción positiva para lograr una mayor transparencia y seguridad en nuestra forma de votar», concluye Falú.