
Si los ciudadanos de Salta y sus partidos políticos no recuperan pronto la cordura y no lo remedian a tiempo, en las decisivas elecciones provinciales que se van a celebrar este año los votantes se van a ver obligados a volver a utilizar las mismas máquinas de voto electrónico que se vienen usando con regularidad desde 2013, y cuya vulnerabilidad es cada día más conocida en el mundo entero.
Recientemente han saltado todas alarmas a nivel internacional después de conocerse las graves acusaciones de fraude en las elecciones celebradas a finales del pasado mes de diciembre en la República Democrática del Congo, país en el que se han utilizado unas máquinas de voto electrónico fabricadas por la compañía surcoreana Miru Systems Co.
El caso es que, según informan varios medios de prensa, estas máquinas son las mismas que había decidido comprar el gobierno nacional argentino (y que, de hecho, se compraron) para ser utilizadas en las elecciones de 2017, pero que no llegaron a funcionar efectivamente debido a que el Congreso Nacional rechazó el proyecto que preveía la introducción de este tipo de dispositivos para la emisión del voto en las elecciones federales.
Antes de que se celebraran las elecciones en el Congo, el gobierno surcoreano salió a desmarcarse de la operación, indicando que se trataba de la exportación de una empresa cuya tecnología no cuenta con el respaldo gubernamental.
Según observadores internacionales y organizaciones independientes como la iglesia católica, las elecciones del Congo -un país enorme, con una población que casi duplica a la argentina- fueron ganadas por el candidato Martin Fayulu, con un porcentaje que oscila entre el 59 y el 63% de los sufragios. Sin embargo, su contendiente Felix Tshisekedi, que solo habría obtenido el 19% de los votos, fue proclamado rápidamente vencedor por la autoridad electoral y se ha convertido así en el sucesor del presidente Joseph Kabila.
El Financial Times y la BBC, entre otros medios de prestigio, dicen que el análisis de las bases de datos «apunta a un enorme fraude» por manipulación de los datos de la votación.
Un análisis de FT sobre un conjunto separado de resultados de la votación recopilados manualmente por los 40.000 observadores desplegados por la iglesia católica, y que representan el 43% de la participación, dice que Fayulu obtuvo el 62,8% de esta muestra de votos.
Sin embargo, dicen las fuentes consultadas que la autoridad electoral del país rápidamente sustituyó los registros electrónicos por otro conjunto de datos, presuntamente falsos, lo que no habría podido hacer seguramente si la elección se llevaba a efecto con el sistema de voto de papeleta y urna.
Hasta ahora no hay rastros de la manipulación electrónica, pero de lo que hay pocas dudas es de que ha sido la vulnerabilidad del sistema -denunciada con anterioridad en varios países, entre ellos la Argentina- la que ha propiciado una «rápida y limpia» operación de alteración de los datos de votación.
Los antecedentes
A mediados de junio del año pasado, el diario argentino Página 12 publicaba las conclusiones de una investigación iniciada por Asociated Press y seguida por el Washington Post y el New York Times.En esta publicación se afirmaba que las máquinas de Miru Systems Co. finalmente no fueron seleccionadas para su uso en las elecciones argentinas «por cuestiones de seguridad que las hacían vulnerables a hackers». Así lo dijo en su día Sasha Lezhnev, vicedirector de políticas del Enough Project, una ONG que trabaja para la organización The Sentry, según publicó The Washington Post.
Según el diario norteamericano, «las máquinas de votación generan preocupación de cara a las elecciones del Congo» ya que expertos en sistemas de votación electrónica emitieron alertas «sobre la transparencia y credibilidad» del sistema adquirido por el país centroafricano.
El experto argentino Javier Smaldone, por su parte, afirma que las similitudes entre el sistema ofrecido por Miru Systems en el Congo y el propuesto para la Argentina «son llamativas».
El voto electrónico salteño
Sin embargo, esa similitud es todavía más notable en relación con los sistemas que efectivamente se han utilizado y se siguen utilizando en las elecciones territoriales argentinas, concretamente en la Provincia de Salta y en la ciudad de Buenos Aires.Desde el diseño de las boletas de papel, hasta la disposición de la “impresora de votos” y la forma de introducirlas -sostiene el experto- lo único que cambia es el chip RFID que almacena el voto (en Salta y en Buenos Aires), reemplazado en el Congo por la impresión de un código QR, algo que -según Smaldone- ya había sido hecho por otros proveedores como la venezolana Smartmatic debido a las vulnerabilidades mostradas por expertos en el Congreso argentino.