Sáenz gana las calles de Salta y desborda a Urtubey y a sus punteros

  • El imparable despliegue de Sáenz se apoya en dos pilares: uno, su encanto personal; el otro el nivel de organización de sus principales seguidores. El de Urtubey tiene un solo soporte: la atracción frívola que despierta la figura de su esposa, la actriz Isabel Macedo.
  • La batalla por la calle
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No le basta a Urtubey con disfrazarse y trotar las calles de los barrios más marginales de Salta enfundado en camiseta y calzado de zapatillas. Tampoco -por cierto- le ha dado mucho resultado el hacer pasar a la pizpireta y habitualmente pulcra ministra Calletti por «una chica del montón».


Las estrategias barriales de la microoligarquía que gobierna Salta desde 2007 apuntan, en primera medida, a desbancar al Partido Obrero y, por ello, le han arrebatado sus banderas, o mejor dicho sus colores, ya que el candidato Valenzuela (uno de los más destacados del firmamento urtubeysta), circula estos días por los barrios con camisetas y pancartas de color rojo.

Pero esta escalada de radicalización barrial ha topado con penca. Y ese espinoso arbusto no es otro que el formidable despliegue de los hombres y mujeres que rodean al intendente Gustavo Sáenz, al que mucha gente de los barrios reconoce como «más entrador» que Urtubey.

Algunos dirigentes de la periferia reconocen que la gente acude a las caminatas de Urtubey para ver si este ha ido al barrio acompañado de su esposa, la actriz Isabel Macedo, convertida en una atracción de feria por su propio marido.

Muchos vecinos y vecinas que consideran que Urtubey es ya una figura política recalentada y que sus candidatos son de quinta categoría, acuden a las movilizaciones callejeras con el solo propósito de hacerse un selfie con la esposa del mandatario, a quien solo conocen por sus papeles de perversa y desbaratahogares en las telenovelas más subidas de tono de la pequeña pantalla nacional.

En la vereda del frente se ubica Sáenz, quien no lleva un mascarón de proa al estilo Macedo, pero que también sabe rodearse de bellezas femeninas de inocultable encanto (Bettina Romero, Socorro Villamayor, Laura Cartuccia o Frida Fonseca) y de algún que otro dandy del subdesarrollo como Guillermo Durand Cornejo o galanes maduros como Matías Cánepa Outes.

Pero Sáenz no atrae gente con curvas sino con rectas. El hombre se pone de frente y habla a cara descubierta con los que tienen todo derecho a quejarse del abandono que sufren por los gobiernos, incluido el suyo, que es el que está en la primera línea para recibir todos los palos.

El despliegue callejero de Sáenz -que no pretende imitar al Partido Obrero- ha terminado por arrinconar a Urtubey y sus candidatos. Alguno de estos se preguntan si es buena idea llevar a las caminatas a la ministra Pamela Calletti, señalada por casi todos como responsable por omisión de buena parte de las desgracias que sufren las mujeres en este territorio. No ha faltado quien, en un alarde campechano, haya dicho que la polémica ministra se encuentra en estas caminatas polvorientas «más desubicada que chicharrón en pan de navidad».

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