
Sobre la primera de estas cualidades hablaremos en otro momento. Lo que interesa ahora es destacar la segunda, puesta de manifiesto reiteradamente en sus intentos -generalmente exitosos- de acercamiento a otras fuerzas políticas, pero que también se puede apreciar en algunos detalles muy pequeños, si acaso insignificantes.
Bien es sabido, que los despachos municipales -incluido el del Intendente- están adornados por los viejos retratos de Eva y Juan Perón, que con independencia de su valor simbólico para una parcialidad bastante numerosa, no representan precisamente la unidad del Estado y todavía generan rechazo e incomodidad. Sencillamente no deberían estar allí, pero evidentemente es bastante difícil quitarlos.
Pero Miguel Isa es listo y cada vez que debe fotografiarse en su despacho, elige el encuadre que permite apreciar la 'otra' decoración; es decir, aquella que verdaderamente proporciona las coordenadas políticas (no ideológicas) que sitúan a la Municipalidad de Salta y a su máxima autoridad en el mapa institucional de nuestra República.
Estos elementos decorativos son los retratos del Gobernador de la Provincia y de la Presidente de la Nación, que cuelgan de las paredes oficiales no por ser quienes son (al fin y al cabo, ciudadanos normales y corrientes como los demás) sino por el cargo que ocupan. Los dos representan y simbolizan la unidad del Estado.
Da igual que la presencia de estos retratos transmitan la impresión de que el Intendente está ideológicamente consustanciado con ambos mandatarios. Pero es casi seguro que Miguel Isa tendría colgados los retratos del Presidente y del Gobernador cualquiera sea el partido al que estos pertenecieran, es decir, aunque no comulgara con ellos.
Y hay un detalle más: El Intendente, a diferencia de otros funcionarios, ha elegido dos retratos, es decir, dos fotografías impresas en formato retrato (altura superior a anchura). Todos saben que el Gobernador de Salta, víctima de su propia inexperiencia, ha cometido el error de conferir carácter oficial a una imagen suya en formato apaisado y con una disposición deficiente de las banderas, la banda y el bastón. Pero Miguel Isa ha arreglado este desaguisado y colocado la imagen de Presidente y Gobernador en el mismo formato, para lo cual ha debido recortar la imagen de este último.
Mientras una parte importante de la ciudadanía espera y confía en que Isa conseguirá recortar la imagen del Gobernador, pero no ya en el papel fotográfico, el Intendente sigue demostrando que, más allá de algunos excesos demagógicos y por encima de las equivocaciones, su tarea está guiada por un profundo sentido de Estado: una virtud que a muchos les gustaría imitar, pero que por el momento, y para su desgracia, no consiguen.