Calletti entierra a Vélez Sarsfield con argumentos xenófobos

La jornada informativa que se realiza en el Centro de Convenciones de la Casa de Gobierno sobre el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación ha dado pie al Gobernador y a otros funcionarios del gobierno para explayarse acerca de la nueva regulación legal.

Una de las que ha opinado -y no con total acierto- ha sido la Ministra de Justicia del gobierno provincial de Salta, señora Cintia Pamela Calletti, quien ha dicho lo siguiente: “Este código quedará en la historia de la Argentina, porque reúne mayor inclusión y diversidad social; es netamente argentino”.

Al parecer, a la señora ministra le molestaban dos cosas del anterior código:

1) que hubiera regido durante 144 años, sin apenas retoques; y

2) que lo hubiera redactado un señor que no solamente copió a mansalva a juristas como Aubry et Rau, Troplong, Demolombe o Teixeira de Freitas, sino que además llevaba por segundo apellido (ahora podría ser el primero) un sonoro nombre inglés.

En diez segundos, la ministra Calletti logró lo que los hinchas más viscerales de San Lorenzo y Ferrocarril Oeste vienen buscando desde hace 105 años: enterrar a Vélez Sarsfield.

En diez segundos, el bueno de don Dalmacio ha sido bajado a cascotazos del pedestal «neoliberal» en el que se encontraba y su imagen arrastrada por el lodo por una ministra que apenas puede presumir de unos pocos años de ejercicio de la profesión de abogado.

Su viejo código -que ayudó a civilizar el país y a cimentar su riqueza- se ha convertido de pronto en una porquería desinclusiva. Así es como se ven las cosas desde la militancia: la Argentina empezó en 2003; todo lo anterior forma parte de un país irreconocible.

Celebrar que el nuevo código es «netamente argentino» (como si lo netamente argentino fuera superior a todo) es celebrar el encierro intelectual, el aislamiento político y la autarquía científica. Ésta es probablemente la mejor enseñanza que sacó la ministra Calletti después de su reciente paso por Washington, ciudad a la que seguramente despreció íntimamente por ser «netamente norteamericana».

Muerto el viejo Sarsfield, ahora tenemos que reverenciar a Kemelmajer, «netamente mendocina», como la propia ministra Calletti, cuyos ancestros provienen -paradójicamente- de esa Padania tan culta y tan abierta a las aportaciones de los juristas franceses, alemanes y austriacos.