Zapatos y barrigas: Los contrastes de la noche electoral del romerismo olmedista

  • La fortuna le ha regalado anoche un guiño cómplice a la derecha más fina de Salta, al situar al candidato romerista Carlos Zapata en una posición inmejorable para hacerse con un escaño en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional.
  • La derecha más desprolija

Pero no todo ha sido alegría y elegancia en el búnker de los antikirchneristas salteños, capitaneados por el Coronel Sanders (Juan Carlos Romero) y por el Capitán Cepillo (Alfredo Horacio Olmedo).


La alegría desbordante que se respiraba en el ambiente ha terminado descomponiendo la apolínea figura de nuestro senador vitalicio, que como se puede apreciar en la fotografía que ha publicado en las redes el mismísimo diario de su propiedad, ha llegado al baile con los dos zapatos desatados. Con uno solo ya hubiera sido preocupante.

Según se puede apreciar claramente en la fotografía adjunta (ver flecha fucsia), el doble cinematográfico del fundador del Kentucky Fried Chicken compareció ante su parroquia con unos brown suede shoes (que le deben haber costado lo suyo) con los cuatro extremos de los dos cordones desparramados sobre el parqué, recogiendo cuanta basura haya suelta por el suelo.

Y ya que mentamos al parqué, parqué no preguntarse el motivo por el cual el senador no se ató los zapatos como debía. ¿Se habrá vestido apresuradamente? ¿Tiene tal vez ambos pies hinchados como una empanada de fonda? ¿O es que arrastra la costumbre infantil de andar con los zapatos sin atar? ¿No le habrán advertido sus asesores que al andar puede pisarse un extremo de los cordones y acabar dando de bruces contra el pavimento?

Otro que ha dado que hablar con sus zapatos es precisamente Zapata. En este caso, el futuro diputado lleva los cordones bien apretados, pero el estado estético de su calzado es francamente calamitoso. ¿Qué arrabales habrá pisado el candidato antes de acudir a celebrar al búnker? Parece evidente que cuanta más tierra alguien tenga en los zapatos, mejor va a defender los intereses de Salta en Buenos Aires.

Hace años, en el Aeroparque Metropolitano de aquella enorme ciudad, los pasajeros recién arribados salían por una misma puerta, sin que quienes los esperaban pudieran distinguir de dónde venían unos y otros. Para detectar a los viajeros provenientes de Salta había dos métodos infalibles: uno, fijarse en la cinta de los equipajes, pues los salteños no acostumbran a viajar con valijas y en cambio lo hacen con cajas de cartón. Vaya uno a saber por qué. El otro método era colocarse en el guardapatio de la terminal y mirar cuidadosamente a los pies de los viajeros. Si venían con los zapatos con tierra, seguro que eran de Salta.

Cuando Zapata llegue a Buenos Aires para jurar como diputado, le conviene ir con el mismo calzado de la noche electoral, pues así los servicios de relaciones oficiales de la Cámara podrán identificarlo con más certeza que con un ADN, y podrá abordar el vehículo correcto.

Camisas fuera del pantalón

Salvo el senador Romero y la candidata Inés Liendo, el resto de los fotografiados lleva la ropa hecha un desastre.

Para empezar, Miguel Nanni, que se abrochó la campera sin advertir que buena parte del bajo de su chomba maduraba por su cintura, como el trigo que iba cortando Eulogia Tapia. Algunas malas lenguas dicen que, al ver al fotógrafo presto para disparar su cámara, Nanni le dio apresuradamente al cierre de su campera para no mostrar las manchas de grasa de su remera roja, producidas por una empanadas calientes y jugosas.

No es mejor la situación de Carlos Zapata, quien parece haberse dejado fuera del pantalón solo el lado derecho de su camisa, como quien oculta una hernia gigante. Lo cual, por cierto, es una maniobra bastante conocida en Salta.

Párrafo aparte para el torpe aliño indumentario de uno de los más acaudalados políticos de Salta y, al mismo tiempo, uno de los menos elegantes.

Alfredo Olmedo no solo parece estar algo sobrenutrido (si lo viera Don Ramón seguramente le ofrecería pagarle la renta), sino que también parece estar peleado a muerte con sus prendas amarillas.

Desde luego, la prolijidad no es una de las señas de identidad de la derecha salteña.