Algunas claves para reconocer a un fascista

  • Hoy se vota en la Comunidad de Madrid. Dentro de algunas horas tengo que ir a depositar mi voto. La campaña ha estado dominada por una idea bastante preocupante: ¿cómo reconocer a un fascista?
  • Fascismo y derechos humanos: una mezcla irreverente

El fascismo es una cualidad del intelecto humano que se suele disimular tanto que a veces ni siquiera los que la poseen son capaces de reconocerla en sí mismos, al menos con la misma facilidad con que le cuelgan la etiqueta a los demás.


En mi modesta opinión, da casi igual de qué lado del espectro ideológico se sitúe uno. Tan lejos estaba Hitler de Stalin, pero la historia ha demostrado que estaban más cerca de lo que cualquiera de los dos se hubiese animado a reconocer.

Durante mucho tiempo, el ejercicio de reconocer a los fascistas estuvo basado en una serie de cálculos, todos ellos aproximados y con una fuerte carga subjetiva.

Pero aquel esfuerzo intuitivo dejó de tener sentido después del 25 de abril de 1995, una fecha sin dudas clave.

Aquel día, el escritor y semiólogo Umberto Eco, pronunció su inolvidable conferencia en un congreso organizado por los departamentos de filología italiana y francesa de la Universidad de Columbia. La iinvalorable pieza adoptó la forma de libro: Contra el fascismo, publicado por Lumen en 2018.

Con su estilo sagaz y lúdico, con su asombrosa inventiva y certera lucidez -al decir de la escritora Irene Vallejo- el maestro italiano que convirtió a la semiótica en best seller nos advirtió -incluso cuando parecían lejanos- los peligros del autoritarismo.

Eco caracteriza al fascismo como un totalitarismo fuzzy, como un instrumento de autoridad que se sostiene en la muchedumbre y en la naturaleza sincrética de los símbolos que exalta. Lo distingue la consigna por encima de la discrepancia.

No me gustaría estar en los zapatos de algunos dirigentes y dirigentas de organizaciones defensoras de los derechos humanos de Salta, porque las catorce claves que nos proporciona Umberto Eco para distinguir o identificar a lo que él llamó «ur fascismo» o «facismo eterno» podrían hacernos enrojecer de vergüenza, sobre todo si hemos arriesgado nuestro prestigio defendiendo ciertas causas dudosas.

Las claves

1) La primera característica de un ur-fascismo es el culto a la tradición. A cualquiera que desee saber quién es fascista en Salta le basta con leer la sentencia pronunciada por la Corte de Justicia de Salta en julio de 2013 (especialmente algún voto particular), que revocó la impecable sentencia del juez Marcelo Ramón Domínguez sobre la dudosa constitucionalidad de la forma en que, hasta entonces, se impartía la enseñanza religiosa en las escuelas públicas de Salta.

2) El tradicionalismo asociado a estas manifestaciones implica el rechazo a la modernidad. Ver la misma sentencia referenciada en el punto anterior, o si alguno lo prefiere, libros y artículos que exaltan nuestras pasadas glorias históricas.

3) El irracionalismo que las distingue se deriva también del culto a la acción y por la acción. Podemos reconocer al fascista en Salta si somos capaces de distinguir a los que prometen «llevarse todo por delante», con tal de conjurar algunas patologías sociales, como por ejemplo la violencia criminal contra las mujeres.

4) A los fascismos los singulariza el sincretismo, que difícilmente puede aceptar el pensamiento crítico. El espíritu crítico realiza distinciones, y distinguir es señal de modernidad. No es para nada difícil identificar en Salta a aquellos que no aceptan el pensamiento crítico, que se niegan a debatir públicamente cuando son retados y se muestran permanentemente enamorados de sus propias consignas.

5) El desacuerdo es, además, un signo de diversidad. El ur-fascismo crece y busca el consenso explotando y exacerbando el natural miedo a la diferencia. ¿Estamos todos de acuerdo en todo en Salta, o hay algunos que pretenden hacernos creer que estamos todos cortados por la misma tijera?

6) El ur-fascismo surge de la frustración individual o social. En algunos casos, bien conocidos, la frustración social (muy evidente) coincide con complejos y frustraciones personales muy ocultas.

7) A los que carecen de una identidad social cualquiera, el ur-facsismo les dice que su único privilegio es haber nacido en un país determinado. El salteñismo se expresa, entre otros indicadores por la indiferencia que nos genera nuestra pobre imagen como sociedad feudal y poco civilizada que transmitimos a algunos países extranjeros.

8) Como una condición del discurso, Eco señala que los seguidores del ur-fascismo deben sentirse humillados por la riqueza que ostentan los enemigos. Sobre todos los extranjeros o los que, desde fuera del país, 'operan' contra nosotros.

9) Para el ur-fascismo no hay lucha por la vida, sino más bien "vida para la lucha".

10) Fuerte presencia de elitismos aristocráticos y militaristas. Algo que de ningún modo -como ha quedado demostrado recientemente en Salta- está reñido con la amistad y el apoyo explícito de quienes en el fuero más íntimo se considera 'la chusma'.

11) Desde esta perspectiva, cada uno está educado para convertirse en un héroe. En todas las mitologías, el "héroe" es un ser excepcional, pero en la ideología ur-fascista el heroísmo es norma. Lo demuestra, por ejemplo, el combate decidido contra algunas plagas sociales, con la ley en la mano, pero la mayoría de las veces sin ella.

12) Puesto que la guerra permanente como el heroísmo son juegos difíciles de jugar, el ur-fascismo proyecta su voluntad de poder a cuestiones sexuales. "Este es el origen del fascismo, que implica el desdén hacia las mujeres y una condena de las costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad". ¿Puede haber un retrato más preciso? ¿Acaso la misoginia más activa no se disimula detrás de gestos condescendientes hacia las mujeres y el feminismo? Esto lo saben muy bien las feministas; en todo el mundo, menos en Salta.

13) Los ciudadanos solo poseen influencia política desde el punto de vista cuantitativo: se siguen las decisiones de la mayoría. El amontonamiento de opiniones publicadas, la multiplicación de tuits, la colección de falsos apoyos sirven para dar apariencia democrática a las tentaciones autoritarias y autocráticas.

14) El ur-facsismo habla la "neolengua", se refiere Eco al término que introduce Orwell en 1984, pero también en el lenguaje popular y simple, construido sobre etiquetas. 'Acompañemos', pues, a las víctimas.

Gracias, maestro Eco por permitirme aclarar mi voto en la Comunidad de Madrid y, de paso, por hacerme ver con más claridad que el fascismo puede ocultarse aun en aquellos cuerpos que han sido creados para combatir el autoritarismo y a los enemigos de la libertad.