Juan Carlos Romero, más cerca de la ultraderechista Vox que del Partido Popular español

  • El senador nacional ha expresado en su cuenta de Twitter, pero también a través del diario de su propiedad, que está en contra del toque de queda nocturno anunciado por el gobierno kirchnerista, porque entiende que la medida es 'autoritaria'. En ninguno de los dos casos Romero proporciona una definición más o menos aproximada de lo que, considera, es el 'autoritarismo'.
  • Contra el toque de queda sanitario

Tal vez no lo haga por la sencilla razón que definir el autoritarismo, aunque sea por aproximación, dejaría en muy mal lugar a las medidas adoptadas por su gobierno en Salta, que se extendió desde 1995 a 2007.



Entre 1995 y 2007, Romero no solo prorrogó a voluntad el estado legal de «emergencia económica» de la Provincia de Salta (un subterfugio para eludir la acción de los acreedores del Estado), modificó a voluntad la planta de agentes del Estado con el objetivo de deshacerse de los trabajadores y trabajadoras incorporados por el gobierno de Ulloa, hizo lo que se le antojó con las finanzas provinciales, manipuló la Legislatura y el Poder Judicial hasta convertirlas en meros apéndices de su gigantesco aparato de poder y se erigió en juez y árbitro de las libertades públicas de los ciudadanos y ciudadanas de Salta, con el apoyo explícito de los medios de comunicación de su propiedad.

Si esto no es una definición del autoritarismo, pues que venga Dios y lo vea.

Pero hay que intentar entender a nuestro senador vitalicio, pues cualquiera -hasta el más pintado- puede sacar conclusiones falsas si se deja guiar por las afirmaciones igualmente falsas del diario El Tribuno, propiedad de don Romero.

En efecto, ayer mismo publicaba El Tribuno, en un artículo titulado Cómo funcionan las restricciones a la circulación nocturna en el resto del mundo, que «el toque de queda actualmente más antiguo es el de España, donde desde el 25 de octubre está prohibida la actividad nocturna de 23 a 6».

No es cierto, pues el día 14 de octubre de 2020 (es decir, 11 días antes de que el toque de queda nocturno fuese decidido por el gobierno español) el presidente francés Emmanuel Macron anunció un toque de queda para la región de Île-de-France (donde se encuentra París) y para ocho metrópolis francesas. El 17 de octubre, el primer ministro Jean Castex decretó el estado de urgencia sanitaria en el conjunto del territorio, con vigencia a partir de la medianoche del mismo día 17.

El 22 de octubre, el mismo Castex anuncia la extensión del toque de queda a 54 departamentos franceses. El couvre-feu que actualmente rige en Francia -impuesto el 15 de diciembre pasado, a causa del deterioro de la situación epidemiológica- es una continuación del originalmente dispuesto el 17 de octubre.

En España habrá que esperar hasta el 25 de octubre, fecha en que el Boletín Oficial del Estado publica el texto del Real Decreto 926/2020, de 25 de octubre, por el que se declara el estado de alarma para contener la propagación de infecciones causadas por el SARS-CoV-2. Es el artículo 5 de esta norma el que regula la denominada Limitación de la libertad de circulación de las personas en horario nocturno. O, lo que es lo mismo, el «autoritario» toque de queda resistido por el senador Juan Carlos Romero.

El citado artículo 5 dice que «Durante el periodo comprendido entre las 23:00 y las 6:00 horas, las personas únicamente podrán circular por las vías o espacios de uso público para la realización de las siguientes actividades...».

Quizá habría que sugerirle al senador Romero, a fin de evitar un deterioro cognitivo ya irreversible, que deje de leer El Tribuno, porque una medida preventiva de esta naturaleza le fue recomendada con extraordinaria sensatez por los médicos a su sucesor, el gobernador Juan Manuel Urtubey.

Y recordarle que el Congreso de los Diputados español, lejos de considerar el toque de queda una medida «autoritaria», la aprobó con 194 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos, Más País-Equo, Compromís, PNV, BNG, Coalición Canaria, Nueva Canarias, el Partido Regionalista de Cantabria, Teruel Existe y los cuatro diputados del PDeCAT), 53 votos en contra (Vox y un diputado del Foro Asturias) y 99 abstenciones (Partido Popular, Bildu, la CUP y Unión del Pueblo Navarro).

Es curioso, pero la postura del senador salteño Juan Carlos Romero, en vez de coincidir con la del Partido Popular español (en donde dice tener tantos amigos) coincide con el voto del ultraderechista y neofascista partido Vox, que por cierto ha justificado su voto negativo con argumentos muy parecidos a los de Romero.

Partidario de la libertad de movimientos

Para Romero, las mujeres no son libres para decidir sobre sus propios cuerpos, pero tanto hombres como mujeres deben ser libres de salir de noche, todo lo que ellos y ellas quieran, sin que el gobierno interfiera en sus movimientos, ni aun por razones sanitarias.

Romero dice que «parar nuevamente el país significará más pobreza de la que ya logró el kirchnerismo. El que deba cuidarse, que lo haga. El resto, a vivir en libertad y a trabajar. Las normas de protección las conocemos todos».

Pero a la hora de fabricar pobres, habría que ver bien quién ocupa el cajón más alto del podio: si el kirchnerismo, o el romerismo, que ha hundido en la miseria a Salta y ha lastrado su progreso material por varias generaciones.

La afirmación «el que deba cuidarse que lo haga», se inscribe más en la línea del discurso de negacionistas como Donald Trump o Jair Bolsonaro, que en el de los líderes democráticos más responsables del mundo. Si -como dice Romero- a las normas de protección las conocemos todos, no es cuestión que «se cuide el que debe» sino que se cuiden todos, aun los que no necesiten cuidarse. Evidentemente Romero dice conocer normas de protección que realmente no conoce.

En los países más importantes de Europa es todavía pronto para saber si el curfew (o couvre-feu como se lo denomina en Francia) es o no una medida efectiva para frenar la velocidad de los contagios. Pero de lo que no caben dudas es de que se trata de una medida necesaria y que los gobiernos democráticos están haciendo uso de ella, no porque les guste restringir las libertades, sino porque la gravedad del desafío sanitario lo aconseja.

El autoritarismo tan temido por el sultán Romero no es algo que se encuentre en el código genético del toque de queda sino algo que afecta más bien a la personalidad de quienes deben aplicarlo.

No hay que olvidar que fue Romero el que, en plena pandemia y con las fronteras internacionales cerradas a los movimientos innecesarios, se las ingenió para tirarse un mes en el verano europeo de 2020, con la excusa de una boda familiar, mientras en ese mismo periodo sus comprovincianos morían como moscas a causa del coronavirus.

Evidentemente, no es lo mismo un couvre-feu en Francia, donde los ciudadanos disponen de todos los mecanismos legales para oponerse a su uso abusivo, que un toque de queda en Salta, donde Romero y otros demócratas como él han construido un sistema en el que la libertad personal no vale ni un centavo y los mecanismos judiciales independientes para defenderla no existen, porque jueces y tribunales solo están para proteger los intereses de los poderosos, por encima de cualquier otra consideración.