Sáenz debió haber cesado a todo el Comité Operativo de Emergencia

  • La decisión del gobernador Gustavo Sáenz de destituir (sin renuncia) a su ministra de Salud Pública no es consistente con la organización administrativa diseñada por el mandatario para hacer frente a la emergencia sanitaria.
  • Una crisis de gobierno mal resuelta
Josefina Medrano de la Serna no era -como no lo es ahora Juan José Esteban- el único responsable de las políticas gubernamentales para combatir la pandemia de COVID-19.

Así se desprende del texto del artículo 2º del Decreto 250/2020, de 13 de marzo, suscrito por el gobernador Gustavo Sáenz, y que dice con toda claridad que el Comité Operativo de Emergencia se crea «para atender la problemática vinculada a la prevención, asistencia y control del estado de emergencia sanitaria declarado por el presente decreto».

Si bien en virtud del segundo párrafo del mismo artículo, la presidencia del COE recayó sobre la Ministra de Salud Pública, desde el día 13 de marzo de 2020 se entiende que la situación de emergencia sanitaria ya no es competencia exclusiva de la Ministra de Salud Pública y que todo lo relacionado con la «prevención, asistencia y control» está en manos de un órgano plural, creado por el propio Gobernador e integrado por representantes de todos los ministerios.

Sáenz podría legítimamente destituir a Medrano solo si se comprobara que su desempeño fue deficiente en todas aquellas políticas de salud pública, excepto en las que tienen que ver con la pandemia y la emergencia sanitaria.

Si las políticas de «prevención, asistencia y control» (por ejemplo, las de equipamiento de los hospitales o seguimientos de casos) han sido malas, a quien Sáenz debió cesar es a todo el Comité Operativo de Emergencia y no solo a Medrano, porque ella ya no tenía las competencias exclusivas para decidir las medidas contra la pandemia.

Al haber destituido solo a Medrano, el gobernador Sáenz cometió un doble error, pues no solo dejó a su ministra (que dignamente se negó a renunciar y expresó su voluntad de seguir trabajando) públicamente expuesta y señalada como única responsable de la crisis, sino que transmitió a los ciudadanos la mala idea de que de su sucesor, Juan José Esteban, se debe esperar que encuentre todas las soluciones a los problemas sanitarios que ahora tenemos.

Las razones de la abrupta finalización del trabajo de Medrano no se conocerán en poco tiempo. Probablemente, su mayor error haya sido tener que aceptar que en su trabajo estrictamente sanitario influyeran algunos de los siniestros personajes que rodean a Sáenz y que metieron pluma en las brutales resoluciones del COE.

A partir de esta destitución, Sáenz deberá explicar por qué, frente al visible y sonoro fracaso colectivo del COE se decidió a echar a la única mujer que lo integraba. ¿Por qué a la mujer y no a los hombres? ¿Es que acaso los hombres lo han hecho mejor que Medrano? ¿Por qué Medrano (una de las dos mujeres que integran el gabinete de Sáenz) ha sido reemplazada por un hombre?

Nos consta que personas sensatas intentaron contactar sin éxito con Medrano para advertirle que de seguir firmando este tipo de resoluciones (elaboradas, entre otros, por Matías Posadas, Guillermo Catalano o Abel Cornejo) su historia como ministra del gobierno era la crónica de una destitución anunciada.

Desde la galería

Ahora le toca a Medrano recuperar la calma perdida, las horas detraídas a su familia y la racionalidad extraviada por la búsqueda obsesiva de la razón de Estado.

Podrá, desde su retiro, hablar de qué le parece, por ejemplo, que una semana antes de asumir su nuevo cargo, el ministro Esteban haya dicho que, según sus cálculos, en la ciudad de Salta se han contagiado ya unas 260.000 personas (el 40% de sus habitantes).

Podrá también decir qué le parece que el Comité Operativo de Emergencia haya decidido renunciar a los castigos penales de 15 años de prisión del artículo 202 del Código Penal y haya ahora retornado a la realidad, encuadrando la transgresión a sus normas en lo dispuesto en los decretos del Presidente de la Nación, que son mucho más razonables.

En suma, que Medrano tiene ahora todo de cara para devolverle a Esteban la pelota y demostrar, con bastante poco esfuerzo de su parte, que el nuevo ministro en realidad es un guitarrero en materia de pandemias, como lo es -lamentablemente- la gran mayoría de nuestros profesionales que se dedican a la salud pública.