Es tiempo de arrimar el hombro

  • La Provincia de Salta vive una grave situación de emergencia pública, como nunca había ocurrido en la historia.
  • Errores y autocrítica

En estos momentos, una mayoría de salteños es consciente de que el gobierno provincial ha cometido más errores que aciertos y que el estricto «control epidemiológico» que presumía hace unas cuantas semanas atrás ya no existe.


El Gobernador de la Provincia ha sustituido a la Ministra de Salud Pública -Josefina Medrano- pero no por cualquiera, sino por un médico, director de hospital, que había venido alertando con cierta insistencia sobre la extensión de los contagios. El mensaje es, pues, muy claro: el gobierno provincial ha dado un giro en la percepción del fenómeno y, probablemente también, en la estrategia para combatirlo.

En medio de estos cambios traumáticos se conoce la noticia de que la Cámara de Diputados provincial ha aprobado un proyecto de ley que, en principio, desactiva las aristas más notoriamente inconstitucionales del Decreto de Necesidad y Urgencia 255/2020, luego convertido en ley provincial 8191, que puso a Salta en un lugar destacado de la vidriera de los disparates jurídicos nacionales.

El gobierno se equivoca mucho y rectifica poco. Cuando lo hace, no asume sus errores ni ensaya una autocrítica. El gobernador Gustavo Sáenz critica a los que lo critican «y no toman decisiones», como si tomarlas fuera un antídoto o un escudo contra la crítica.

En esta situación tan dura por la que atravesamos, el Gobernador -obligado a tomar decisiones- también se encuentra obligado a soportar las críticas. Pero del otro lado, es necesario también que los críticos aporten a la solución del problema y que tomen conciencia de que el Gobernador necesita fuerza y claridad mental para enfrentar un desafío que es común.

Las críticas ayudan sin dudas a que las decisiones del gobierno sean mejores. Pero el gobierno no puede gobernar pensando en las críticas ni los críticos bloquear las decisiones del gobierno con la sola intención de desgastarlo. Es necesario que el gobierno ponga por delante el interés general y deje de lado las cuestiones de imagen. El gobierno no debe criticar las «operaciones de prensa» porque su comunicación cotidiana también se vale de ella para intentar salir del pozo.

Por su parte, los críticos del gobierno tienen la obligación de renunciar a sacar ventajas políticas en un momento en que se requiere una sólida cohesión alrededor de un objetivo común que trasciende largamente las divergencias entre partidos o facciones.

Hay que reconocer que la oposición política en Salta también ha aportado poco a la solución del problema, pues ya no se trata solo de denunciar las carencias del sistema sanitario o la falta de acierto de los funcionarios. Lo que se necesita es hallar el camino para que la pandemia transcurra en Salta con el menor daño posible, a pesar de aquellas carencias y falta de acierto.

El Gobernador no puede ni debe apelar a sentimentalismos para justificar sus decisiones (por ejemplo, el «amor» que profesa por sus coterráneos) ni efectuar invocaciones religiosas, porque quienes lo votaron en 2019 eligieron a un Gobernador y no a un obispo. No es momento de convocar a la magia ni de conmover corazones sino de organizar los recursos y mantener firme el pulso.

Para ello es necesario que el Gobernador experimente esa sensación tan enriquecedora (y tan necesaria en política) que normalmente provoca el concurso de sus opositores para el libramiento de una batalla común.

Salta -así ha quedado demostrado- no necesita de autoritarismo pero sí de autoridad. Sin un mando con las ideas y los objetivos claros no hay forma humana de derrotar a la enfermedad. Son los errores (y no las críticas) las que restan autoridad al gobierno.

Es por esa razón que el gobierno debe plantearse ahora mismo que ya no hay marge para seguir cometiendo errores y que una de las formas -probablemente la única- de evitarlos es abandonar el encierro y la convicción en las propias fuerzas y entenderse con quienes desde fuera lo atacan. Estos últimos están obligados, como lo están todos los salteños, a sumarse al gobierno en esta lucha, postergando otros objetivos menores.

Ahora es el momento para que todos arrimemos el hombro. Será la única manera en que la victoria sobre la pandemia podrá ser considerada una victoria de todos y no solo del gobierno.