Con las libertades al mínimo, Sáenz enviará a la Legislatura el proyecto para reformar la Constitución de Salta

  • Para el Gobernador de Salta sus promesas tienen un valor superior al de cualquier otro mandato.
  • Una reforma con barbijo

Es por esta razón que el hecho de que los salteños se encuentren confinados en sus hogares y la discusión política adormezca anestesiada por la pandemia, no es obstáculo para que avance la iniciativa del gobierno de reformar la Constitución de la Provincia.


Así lo ha anunciado Gustavo Sáenz, el mismo que planea dirigir su mensaje a la Asamblea por videoconferencia, para «evitar el contacto», y el mismo que, por cierto, acudió sin guantes, sin bata y sin mascarilla a un acto policial que tranquilamente se pudo haber pospuesto.

Sáenz ha prometido desempolvar su proyecto reformista justo cuando todo el país discute si es constitucional o no que el gobierno provincial haya impuesto el uso obligatorio del barbijo, como medida de protección contra la enfermedad del COVID-19.

Lo que no ha previsto el úkase de Sáenz es que los pro-vida llevarán un barbijo azul, los pro-choice uno de color verde, y los empleados municipales lucirán el fucsia. Aquí no todos somos iguales ni pensamos lo mismo, tanto en materia de barbijos como en materia de derechos y libertades constitucionales.

Probablemente el cálculo del gobierno sea el de que la reforma tendrá menos obstáculos en un clima de severo recorte de las libertades que en una situación de normalidad sanitaria e institucional.

Aún no se sabe cuál será la reacción de la Legislatura, que fue cerrada por Whatsapp casi simultáneamente al decreto presidencial de cuarentena obligatoria. ¿Cómo trabajarán los legisladores que van a discutir el proyecto? ¿Podrán hablar los unos con los otros? ¿La observancia de la «distancia social» no se traducirá en una insalvable «distancia política»? ¿Veremos a los señoras y señores del FOCIS acudiendo a las reuniones con el barbijo reglamentario?

La decisión de Sáenz nos condena a discutir una de las herramientas clave de nuestro futuro en el momento de máxima incertidumbre a nivel mundial.

Partidarios y críticos de la reforma constitucional se preguntan si no habría sido más prudente esperar a ver qué sucede en el mundo después de que la pandemia haya pasado, antes de meterle mano a una Constitución en un estado de agitación mental y de estrés sanitario, que así como puede conducir a adoptar decisiones políticas equivocadas en cualquier materia, puede provocar un auténtico desastre en el campo de la ingeniería constitucional.

Pero bien sea por cálculo (el de colar una reforma constitucional sin debates abiertos y en libertad) o por compromisos (las prisas de los socios de Sáenz por reformar -otra vez- la Constitución), lo cierto es que nos espera un espectáculo muy poco democrático y muy poco serio: el de un puñado de señores que, aprovechando que la inmensa mayoría de los ciudadanos de Salta están confinados en sus casas, casi maniatados y sin apenas poder reaccionar, van a cumplir con el sueño de su vida.

Cuando los equilibrios o desequilibrios del mundo que asoma después del paso del huracán sanitario dejen a los reformistas de Saénz con el trasero al aire, por favor, no nos quejemos. Si entre todos no hemos sido capaces de ponerle un poco de racionalidad a esta locura, es que la culpa debe repartirse equitativamente entre todos nosotros.