¿Recambio de bidones o desfile de modelos?

  • La noticia de que dos funcionarios del gobierno provincial organizaron una ‘entrega de bidones’ a poblaciones indígenas del norte de Salta es sencillamente indigna.
  • Emergencia sociosanitaria y crisis del agua

Esta «entrega» se pudo haber hecho con la mayor discreción, teniendo en cuenta el impacto político negativo de las medidas puramente paliativas que está adoptando el gobierno para conjurar una crisis de extraordinaria gravedad, pero los dos funcionarios han preferido hacerse una foto con los indígenas mientras les proveían de un «bidón limpio», como si este artefacto representara la solución a todos sus males.


Si por el motivo que fuera, era necesario e inevitable documentar la «entrega» de los infames bidones y convertirla en una noticia de interés público, el gobierno debió de haber tomado alguna medida para que los funcionarios encargados de practicar esta especie de «beneficencia sanitaria» acudieran al lugar vestidos de una forma discreta y austera, en consonancia con la gravedad de la situación y a modo de gesto respetuoso con la pobreza de las personas asistidas.

Pero solo con ver la foto que aparece más arriba, que ha sido publicada por el gobierno provincial en su página web, cualquiera se puede dar cuenta de que el outfit de la funcionaria -incluidas sus gafas de sol y su bisutería- era probablemente el menos adecuado para expresar el nivel de preocupación del gobierno por la situación tan grave y vergonzosa que se vive en el norte de la Provincia.

Los ciudadanos salteños que viven en este territorio -injustamente etiquetados por el gobierno en función de sus rasgos étnicos y tratados como fauna silvestre- tienen derecho a que el gobierno les instale agua corriente, pero de forma individual y permanente, como sucede con cualquier otro salteño, sea o no pobre.

Condenarlos a vivir de un pozo, a recoger el agua de lluvia o a que los niños beban el agua del pico de un bidón, como si fuesen abejitas sedientas, son expresiones extremas de la crueldad del «comunitarismo» que practica el gobierno en cierta parte del territorio donde parece que jamás han regido ni regirán los derechos ni las libertades individuales.

Llevarles bidones a estos conciudadanos nuestros es un sarcasmo, muy parecido a la «solución habitacional» que proporcionó un director del Instituto Provincial de la Vivienda en los años ochenta a una mujer que se había encadenado a las puertas de su oficina clamando por una casa, porque su rancho estaba sostenido por «cuatro puntales» que a duras penas evitaban que se viniera definitivamente abajo. La «solución habitacional» decretada por el entonces titular del IPV fue colocar en el rancho un quinto puntal.

Si seguimos repartiendo bidones, sean limpios o sucios, nos aseguraremos de que quienes necesitan el agua corriente en sus precarias viviendas no la tengan en los próximos 20 años. Mientras podamos seguir sacándonos la foto con modelos de Dior frente a los pobres que apenas pueden vestir una camiseta raída, el sistema de dominación humillante que mantenemos sobre las personas más indefensas seguirá funcionando a las mil maravillas.