Sáenz debe demostrar que su gobierno es firme y serio a la vez

  • Los primeros cien días son muy importantes para cualquier gobierno. Es en este periodo tan crítico que un equipo que acaba de estrenar su responsabilidad de gobernar debe mantenerse firme y evitar las situaciones en las que pueda aparecer como débil o falto de seriedad.
  • Entre los rumores y la farsa

Si a las primeras de cambio y por presiones de comunicadores porteños que no tienen la menor idea de los problemas que afronta la Provincia de Salta, el gobernador Gustavo Sáenz resuelve cesar a la Ministra de Salud Pública, Josefina Medrano de la Serna, cometerá un imperdonable error.


No solo cargará sobre la ministra la responsabilidad de las muertes infantiles ocurridas durante las primeras semanas del año, sino que el propio Gobernador quedará retratado como un hombre débil, permeable a las presiones médiáticas.

Gustavo Sáenz ya ha dado un paso en falso al entrar en el juego del cómico Marcelo Tinelli, que utilizó su cuenta de Twitter para comunicar que Sáenz «había llorado» por la grave situación sociosanitaria en el norte de su Provincia. De lo que se trata ahora es que no dé dos, plegándose a la farsa organizada por Tinelli, un personaje nefasto que con su poder mediático es capaz -y ya lo ha demostrado- de hacer tambalear a cualquier gobierno.

Los que afirman que Medrano ha sido desbordada por los acontecimientos, no reparan en el hecho de que Sáenz ha debido llamar, no solo al Ejército, sino también a la ONU, a ACNUR, a UNICEF y a la OMS para que ayuden a conjurar los problemas sanitarios con los que se ha encontrado nada más llegar al cargo. En alguna medida, Sáenz se ha dado cuenta de que su gobierno, por si solo, es incapaz de atajar una crisis de la magnitud de la que se ha destapado en el norte de Salta.

Sáenz debe mantener a Medrano en el cargo, porque de lo contrario los mismos que hoy piden la cabeza de la ministra pedirán la del Gobernador mañana, y con parecidos argumentos.

Ni Sáenz ni Medrano son responsables de los graves atrasos que ha dejado el gobierno de Juan Manuel Urtubey, que no solía mover a sus ministros ni que se les viniera el mundo abajo.

Si Sáenz es consciente de lo que se debe hacer, antes de utilizar a Medrano como fusible y romper así una carrera profesional impecable, debe empezar por revisar su pacto con los urtubeístas y acordar con ellos que, sin perjuicio de las buenas relaciones que ambos parecen mantener, exigirá las responsabilidades que correspondan en caso de que los organismos de control detectaran irregularidades graves en la gestión del anterior gobierno.

Cualquier otra solución expondrá al Gobernador de Salta a un severo deterioro de su imagen antes de cumplir los cien días en el cargo. Y esto no solo será malo para Gustavo Sáenz sino para la seriedad de la democracia salteña en su conjunto, que intenta levantarse después de haber sido laminada sin piedad por el anterior Gobernador.