
En la Argentina sucede lo que no sucede en otras partes del mundo. Mientras el valor económico de cambio de su moneda legal retrocede sin remedio, su valor sentimental se incrementa de forma inversamente proporcional.
A los ciudadanos de este país les da casi igual que la moneda que llevan en el bolsillo no sirva prácticamente para nada, a condición de que lleve la cara de algún pariente o de algún «prócer» de nuestra simpatía.
En la zona euro, por ejemplo, las imágenes de los billetes no incluyen la cara o la imagen de ninguna persona y hasta ahora nadie ha pedido que aparezca la figura de Carlomagno, de Juana de Arco, de Guillermo Tell, de Giuseppe Garibaldi, del Cid Campeador o de Cristiano Ronaldo.
Pero en Salta, las cosas son bien diferentes, como se puede llegar a pensar de la lectura del «pedido» de Gustavo Sáenz, en el que destaca «la importancia» de homenajear a Güemes, de cuyo fallecimiento se cumplirán 200 años el año próximo.
Pero es que Güemes es objeto de una multitud de homenajes todos los años, y el asunto parece ir creciendo.
Según Sáenz, aunque los billetes que lleven la cara de Güemes no contengan ni una línea su biografía, el solo hecho de llevarla, «coadyuvaría a difundir la gesta de Güemes». Es decir, los billetes nacionales pasarían a tener, además de su función económica natural, una función publicitaria, que no convendría cacarear mucho, ya que pueden avivarse gigantes como Pepsi, Marlboro, Apple o Netflix, y en tal caso podríamos llegar al extremo de ver anunciada en los billetes de 500 a la última película de Scorcese.
Pero hay más. Recuerda Sáenz a la autoridad monetaria nacional, que Güemes ha sido declarado héroe nacional «por conducto» de la ley 26.125 y por «su similar», la ley 17.258, que instituyó el 17 de Junio como feriado nacional, para que todos, desde La Quiaca al Canal de Beagle, podamos llorar a moco tendido la triste muerte del gaucho.
Hasta la atenta nota de Sáenz, no se sabía que las leyes que sanciona el Congreso Nacional fueran un «conducto», pues de haberlo sabido, en vez de mandar al coronel Pulleiro a cavar pozos a Santa Victoria Este, se podría instruir a los legisladores nacionales a que sancionen una ley «acueducto» que haga fluir el líquido elemento con solo así declararlo en el artículo 1º.
Saénz incluso se queda corto, pues la ley-conducto (la 26.125) no solo declara a Güemes «héroe nacional», sino que también declara, con el mismo énfasis, que fue el salteño el «único general argentino muerto en acción de guerra», lo cual -con independencia de lo que diga la ley- parece cierto, si se tiene en cuenta que las condiciones en que expiró el general Videla en el penal de Marcos Paz.
Además, la ley no solo declara estas cosas, sino que asume que la emancipación del continente americano fue una «epopeya histórica», lo cual eleva a Güemes a la altura de Simón Bolívar, o incluso todavía más arriba. Y si es así, un billete de banco se antoja poco. A la gloria de Güemes solo se ajusta ya el Monte Rushmore.