Gobierno de Salta: Un gabinete sin papeles y, probablemente también, sin ideas

  • Esta fotografía corresponde a la reunión de gabinete celebrada ayer, día martes 16 de julio de 2019, en la Casa de Gobierno de la Provincia de Salta.
  • Otra vez, el invierno en los corazones

Nadie podrá decir ahora que se trató de una reunión de urgencia y que los ministros y demás funcionarios que asistieron debieron abandonar precipitadamente su descanso de fin de semana saltando de la cama en pijama. Un día normal de trabajo mostró, como siempre, a un gabinete integrado por hombres y mujeres mal vestidos y peor encarados.


Las reuniones de gabinete y los gestos de los funcionarios son el espejo del alma de un gobierno.

Fuera parte de las caras de sepelio de casi todos los asistentes, entre las que destaca el rictus trágico del gobernador Urtubey, que manifiesta su particular estado de ánimo, lo que llama la atención es que sobre la mesa de los ministros y funcionarios casi no hay papeles y hay una sola computadora (la del Secretario General de la Gobernación Ramiro Simón Padrós), quien por cierto no se despega de ella.

Los demás -incluida la ministra Berruezo a cuyos pies arden las escuelas públicas por causa de la huelga docente- no tienen apenas papeles a la vista. Los casos más preocupantes son los de Marcelo López Arias, Mashur Lapad y Miguel Isa que no tienen nada sobre su mesa, en una inequívoca señal de que Urtubey dirige un gobierno puramente verbal en el que la palabra escrita es mala palabra.

Algunos, como el intendente Cuenca no tiene la más pálida idea de cómo sentarse en una reunión de esta naturaleza. Solo le faltó agarrar las patas de las sillas por fuera con los dedos de los pies.

Otros, como la ministra Pinal de Cid, con gesto deslumbrado e incrédulo, parece estar hablando a un auditorio compuesto por los mismos alienígenas que aterrorizaron a Cerrillos en los años 80.

Y cómo no mencionar la pose pensativa y el gesto ausente del flamante Jefe del Gabinete, Baltasar Saravia, que de todos los presentes es el que debiera estar más preocupado por la poca formalidad de la reunión, que deja traslucir una completa ineficiencia y una aguda falta de ideas y de iniciativa.

Entre las cosas buenas del presidencialismo, se cuenta el hecho de que el que manda puede sentar a su mesa a quien le plazca, sin dar muchas explicaciones sobre sus decisiones. Desde un intendente municipal que no tiene nada que ver con el gobierno, hasta el ordenanza que sirve el café. Cualquiera vale.

En los gobiernos estructurados por una constitución, se sientan en las reuniones solo aquellos que la constitución dice que deben sentarse. Normalmente, en este tipo de gobiernos, los ministros y secretarios de Estado acuden a las reuniones plenarias con una importante cantidad de papeles, sin contar con que, previamente, antes de comenzar la reunión, cada responsable político tiene en frente suyo una pila de libros con las leyes fundamentales del Estado. En Salta los libros son reemplazados a veces por platos con medialunas y, en épocas de vacas flacas como esta, por vasos de soda.

En tales condiciones nos podría gobernar mejor la comisión directiva de Juventud Antoniana, que por lo menos tiene algún sentido de la formalidad de las deliberaciones.

Si después de ver esta foto de gente desganada y desmotivada alguien se siente perjudicado por una resolución que ha adoptado el gobierno, puede sentirse autorizado a solicitar la nulidad del acto por razones más morales que jurídicas. Es prácticamente imposible que alguna autoridad pueda fluir de un cuerpo tan poroso, tan frágil y tan triste como este gabinete de hombres y mujeres derrotados de antemano por el peso de la realidad.