Ministro de Urtubey se presenta en camiseta a una reunión oficial con agentes del Estado

  • Es pleno invierno, pero no solo en los termómetros, sino en el alma de un gobierno ya descompuesto, que hace rato se había olvidado del fondo pero que ahora no ahorra gestos para demostrar que también ha olvidado las formas.
  • Un gobierno que ha tirado la chancleta

La foto es del diario El Tribuno de Salta, al que agradecemos. Muestra la reunión entre el Ministro de Economía del gobierno provincial de Salta, Emiliano Estrada, y representantes de los sindicatos de trabajadores al servicio del Estado. La reunión ha tenido por objeto avanzar en la revisión de los salarios que perciben los trabajadores, afectados por el avance de la inflación.


Independientemente del objeto de la reunión y de sus resultados, es llamativo que la única persona vestida inadecuadamente para la ocasión, sea el único representante del gobierno, y una persona que, además, ostenta el rango de ministro.

Hasta ahora, el famoso look décontracté de funcionarios y responsables políticos solo tenía por regla común el abandono del uso de la corbata, pero no así el de la camisa y del saco.

Emiliano Estrada se ha presentado a esta reunión con una camiseta de manga corta, en pleno invierno austral, como si antes o después de la reunión tocara un partido de fútbol o el mate con los amigos del barrio. La seriedad del Estado (o la que se supone que debe atravesar sus actuaciones) ha recibido una herida profunda.

Seguramente si algunas formalidades del Estado no fuesen en absoluto importantes, tanto para los ciudadanos como para los miembros del gobierno, no tendría sentido poner de manifiesto esta vulgaridad. Pero es que a todos, incluidos especialmente los sindicalistas con representación en la función pública, les interesa que los funcionarios que se reúnen con ellos, cuando lo hacen, los reciban de la forma que corresponde; es decir, que no reserven el uso de la corbata para sus encuentros con los directivos del Banco Macro.

No se trata de exigir a los gobernantes que hagan gala de un «buen vestir», sino que vistan correctamente, lo que no necesariamente obliga a una vestimenta formal y, menos, a adoptar una pose acartonada.

Vestir correctamente significa hacerlo de acuerdo a las circunstancias y de acuerdo a las particularidades de los cargos que ocupan. No es lo mismo que el Secretario de Deportes se presente en un campo de fútbol vistiendo ropa deportiva, que un Ministro de Economía negocie colectivamente con los sindicatos en shorts y chancletas. La vestimenta de los ministros forja la imagen del gobierno al que pertenece. Es su espejo. «Dime cómo vistes y te diré qué clase de político eres, cuál es tu partido y quién te vota».

Sobre todo cuando se trata de negociar cuestiones económicas, y hacerlo en nombre de todos los ciudadanos (que son los que pagan el precio de los acuerdos negociados) se debe procurar que la imagen proyecte poder y liderazgo, pero sobre todo credibilidad y confianza. Los servidores públicos no están exentos de esta regla, que es la clave para que su vestimenta no sea la causa de una crisis de credibilidad.

La idea del vestuario correcto de acuerdo con el cargo que se ostenta también es sinónimo de buen gusto. Pero hacer entender una cosa como esta al ministro Emiliano Estrada parece inútil, ya que no solo ha perdido el entusiasmo sino que los números de la economía salteña son tan malos que casi no tiene sentido hurgar en la herida.

Como decía William Shakespeare, «el traje denota muchas veces al hombre».