El tridente Leavy - David - Godoy trabaja por la impunidad del régimen

  • El anuncio de un preacuerdo entre dirigentes de diferentes sectores políticos de Salta afines al kirchnerismo nacional, pero paradójicamente defensores de la figura del gobernador Urtubey, para conformar un ‘amplio frente peronista’ en las próximas elecciones ha sido recibido con gran escepticismo por parte de la ciudadanía salteña.
  • Los topos de Urtubey han empezado su tarea

La fotografía tomada ayer en un hotel céntrico de Salta es tan difícil de interpretar como el famoso cuadro La tempestad de Gorgione, una de las pinturas más enigmáticas de toda la historia del arte.


En aquella fotografía política se puede ver, junto a los líderes más visibles de este heterogéneo movimiento (los diputados nacionales Javier David y Sergio Leavy y el diputado provincial Lucas Javier Godoy), a algunos ángeles caídos del urtubeysmo más visceral, como Gonzalo Quilodrán, y a un puñado de legisladores provinciales de segunda línea que aún forman parte del coro entusiasta que aplaude y suele vitorear el nombre del Gobernador de la Provincia.

La única persona presente en la reunión que ni por asomo debe su prestigio personal y su trayectoria política al activismo de los dos últimos gobernadores de Salta -Edmundo Falú-, medita seriamente por estas horas su apoyo a lo que se considera ya, y cada vez con más nitidez, una maniobra de Urtubey para revolver el hasta ahora tranquilo avispero local y sacar provecho, una vez más, de su exquisito hermafroditismo político.

¿Se puede ser kichnerista y al mismo tiempo mostrarse condescendientes o indulgentes con el régimen de Urtubey? La respuesta es no.

El kirchnerismo pragmático de los dirigentes presentes en la irregular pero temible ceremonia del hotel Ayres de Salta, disfrazado debajo de la socorrida máscara de la «unidad del peronismo», es una auténtica tomadura de pelo por partida doble, pues constituye (1) un insulto a la inteligencia de quienes creen realmente en la potencia revolucionaria del kirchnerismo más original, y (2) una falta de respeto más bien grave a quienes, con honestidad, piensan que la revolución postergada en Salta pasa por clausurar, definitivamente, pero con reservas de acciones judiciales, la larguísima y estéril etapa de hegemonía rampante de Romero y Urtubey.

Igual que en el cuadro de Gorgione, la criatura ha nacido, pues, fulminada por el rayo de Zeus, que no es otro que el rayo de la contradicción. La consecuencia más inmediata es la parálisis.

Leavy, David y Godoy están vivamente interesados en provincializar la grieta; es decir, en hacer que los salteños acudan a votar sin atender a los graves problemas que el desgobierno de Urtubey ha causado a los sufridos habitantes de la Provincia y que en cambio concentren su atención en los desaguisados del presidente Macri.

Pero cometen un error si piensan que los problemas de Salta se van a resolver cambiando al gobierno nacional o la orientación de sus políticas. Lo que necesita cambiar, y de forma urgente, es la instrumentalización del poder democrático de Salta para fines personales, un objetivo que poco tiene que ver con los vaivenes de la política y la economía nacionales.

Si nos fijamos bien, lo que persigue el trío Leavy-David-Godoy es el aseguramiento de la continuidad y no la ruptura con el régimen que ha venido tiranizando a Salta sin interrupciones, desde 1995 en adelante. Mediante esta maniobra buscan una impunidad duradera pero para el grupo que gobierna en Salta; otros -y no diremos quién- buscan entre bambalinas blindar su impunidad personal, porque buena falta le hace.

Los tres tienen más motivos de agradecimiento que de reproche hacia Urtubey.

1) David, que fue gerente de Romero primero y de Urtubey después, le debe a este su actual cargo de diputado nacional, obtenido gracias a que el todavía Gobernador de Salta lo sacó de su encierro romerista de varios años. Si David no pactaba con Urtubey hace cuatro años, esta es la hora que no sería diputado nacional ni estaría discutiendo un posible liderazgo a nivel provincial.

2) Leavy le debe a Urtubey el que su hermano pueda ser -todavía- el Intendente de Tartagal, sin haber sido electo para ese cargo. Solo a Urtubey se le puede atribuir el que no se hubiera convocado a elecciones para completar el periodo que dejó inconcluso la elección de Sergio Leavy como diputado nacional. Su destino lo ha anticipado muy bien ese gran profeta de Oriente que es Miguel Isa: llegado el momento, Leavy estará con Urtubey.

3) Godoy todavía recuerda con cariño la protección política que su jefe Urtubey le brindó sin apenas dudar cuando el nombre del joven diputado apareció insistemente mencionado por la prensa internacional en relación con un asunto horrible y de triste memoria para los salteños.

Todos estos favores se pagan, más tarde o más temprano.

A otros, como a Gonzalo Quilodrán, un frío cruel que baja desde las montañas le recorre la espina dorsal cuando, después de poner distancias puramente discursivas con el régimen, intuye ahora que terminará en un «espacio» diseñado con autocad para servir a Urtubey, y más todavía que ello, a Romero. La posibilidad de volver a acostarse con ellos tiene a Quilodrán medio paralizado, quizá desorientado, sin saber muy bien qué lenguaje usar para no molestar a sus posibles aliados.

En suma, que después del anuncio de ayer, las hojas del árbol siguen en el mismo sitio. La apertura de un frente pankirchnerista y al mismo tiempo filourtubeysta no ilusiona sino a quienes se han sentado alrededor de la mesa (con alguna honrosa excepción). Y como no hay mal que por bien no venga, los flecos del poncho del diablo que se han visto ayer con claridad asomando como un halo en la niebla, van a constituir una oportunidad inmejorable para que otros recojan el testigo de la transformación y den los pasos que hacen falta para superar esta etapa negra de la política de Salta, enterrando el pasado, sí, pero sin renunciar al imperativo republicano de hacer pagar sus culpas a quienes con sus acciones y omisiones han hecho daño a Salta y han retrasado su encuentro con el futuro.