
El agente fallecido no tenía por qué estar en San Nicolás, puesto que Urtubey se desplazó a esta ciudad, con su chófer oficial, para hacer su campaña proselitista, según señalan hoy diferentes medios de prensa nacionales no sospechosos de recibir dinero directamente del gobierno salteño, como Clarín o Perfil.
De la información que ha suministrado la página web oficial del gobierno de Salta surge sin ningún género de dudas que todos los acuerdos que suscribió Urtubey con el Intendente de la localidad de San Nicolás podrían tranquilamente haber sido firmados por el Secretario de Turismo o, incluso, por un funcionario de rango aún inferior.
Salvo electoralismo de corto alcance, el Gobernador de Salta nada tiene que hacer con los intendentes de otras ciudades argentinas, pues tanto desde el punto de vista protocolar como del estrictamente político, cualquier acuerdo que suscriba con otras administraciones debe tener necesariamente como contraparte, por lo menos, a un gobernador de provincia como él.
Es la necesidad proselitista de exhibirse en público la que impulsa a Urtubey a rebajarse, a rebajar a Salta y a firmar acuerdos intrascendentes e inejecutables con funcionarios con rango y mando muy inferior al suyo. Si por su campaña fuera, Urtubey firmaría mañana convenios con porteros y ordenanzas de los edificios oficiales de cuanto pueblo ignoto haya en el territorio argentino. Y esto es sencillamente una vergüenza para Salta.
Si nada tenía que hacer Urtubey en San Nicolás como Gobernador de Salta, es lógico suponer que el desplazamiento de su chófer de la Casa de Salta en Buenos Aires fue un acto irresponsable, además de potencialmente ilegal y de consecuencias jurídicas muy graves.
Probablemente, si el señor Cobos no viajaba a San Nicolás para servir en una campaña proselitista descarada, tramposa y exenta de cualquier tipo de controles democráticos, esta es la hora en que estaría vivo y su familia disfrutando de él y no llorándolo, como lo está haciendo ahora.
El fallecimiento del conductor no ha conmovido a Urtubey. Si lo hubiera hecho, habría tomado la decisión de suspender su campaña y las actividades oficiales, aun con la fiesta del 25 de Mayo encima.
Las condolencias que el mandatario ha publicado en Twitter aparecieron más de media hora después de que a través de estas mismas páginas se denunciara que, frente a la trágica muerte de su colaborador, Urtubey, en vez de condolerse como un ser humano, aprovechó su cuenta para publicar un vídeo de campaña, que para mayor indignación estaba vinculado con la construcción de caminos. Antes de acordarse de las rutas que supuestamente construyó, Urtubey debió recordar a su chófer fallecido en una ruta nacional, pero no lo hizo. Lo hizo después de una queja pública, por lo que su sinceridad permanece en entredicho.
La fecha patria también parece haber anestesiado a los principales dirigentes políticos de Salta, quienes ante la evidencia, ya incontestable, de que la campaña proselitista de Urtubey no solo le cuesta a los salteños un dinero que los salteños no se pueden dar el lujo de gastar, sino que también ha propiciado el trágico final de una vida humana, han guardado un vergonzoso silencio, en línea con el comportamiento cómplice y venal que los mismos dirigentes vienen mostrando frente a los continuados abusos de poder del Gobernador.
Pero aquí ha habido un muerto, que no debió haber muerto, y que no hubiera muerto si Urtubey no decidía ir a San Nicolás a pasear su figura, esperando con ello arañar unos cuantos votos. Ni todos los votos del mundo justifican la muerte del señor Cobos. Al menos una declaración tan elementalmente humana como esa tendrían que haber efectuado los políticos insensibles de Salta, que nos atosigan a diario en los medios de comunicación de Salta, pero que frente a los dramas humanos y a los abusos del dinero público callan y se esconden.
Desde esta páginas efectuamos un enérgico llamamiento a los ciudadanos de Salta para que se opongan con todos los recursos a su alcance a que sea el Estado provincial el que repare económicamente la muerte del señor Cobos, pues su fallecimiento -bien es cierto que accidental- no se ha producido en un desplazamiento regular y programado, relacionado con actos de gobierno oficiales -es decir, vinculado con su trabajo- sino como consecuencia de un viaje de campaña.
Urtubey o su partido deben ser los que indemnicen a la familia del fallecido, pues de otro modo la injusta y evitable muerte de Cobos escribirá seguramente la página más negra y más vergonzosa de la historia de la democracia de Salta.