Yarade habla de una ‘crisis en Europa’ pero no habla de la crisis de Salta

  • Algunos nos hemos sorprendido con la penosa ‘cátedra’ sobre el Brexit que ha pronunciado ayer desde Oxford el Jefe de Gabinete del gobierno de Urtubey, señor Fernando Yarade.
  • Seguimos pasando vergüenza en el mundo

Para empezar ya es un poco chocante -al menos para mí- que Fernando Yarade y su comitiva de gente bien de Salta y exitosos yuppies de otras latitudes haya pasado por Oxford contando unas historias fantásticas sobre su estancia en esa bella ciudad y su paso por la antiquísima universidad local.


Me llama la atención que el único testimonio gráfico que tenemos de los lugares que visita Yarade sean los selfies que él mismo (perdón por la redundancia) se saca. Parece que allí donde va, está tan solo que no encuentra quien le haga el favor de sacarle una foto.

Visito Oxford con cierta frecuencia, porque allí vive y trabaja mi hijo mayor desde hace varios años. A otros podrán contarles milongas. A mí seguro que no.

La explicación de Yarade sobre el Brexit (la que aparece en la página oficial del gobierno de Salta) es sencillamente vergonzosa. Decir que la palabra Brexit es una abreviatura formada por Britain y por exit es una forma sutil de insultar la inteligencia de los salteños.

Pero también lo es hablar de una «crisis europea», justamente en estos momentos, y al mismo tiempo no decir una sola palabra de la delicadísima situación política y financiera de la Provincia de Salta, que oficialmente vive en crisis económica desde el gobierno de Hernán Cornejo (1987-1991), pero que experimenta una situación particularmente angustiante desde que Yarade se hizo cargo de la responsabilidad de gobernar, ante el abandono programado de Urtubey.

Les aseguro que frente a lo que se vive en Salta, Europa es una balsa de aceite, aun con sus problemas, sus conflictos y sus contrastes. Pero, por supuesto, pueden creerle a Yarade, que lleva en Europa 36 horas, y no a mí, que vivo en este continente desde hace casi 30 años.

¿Cuáles son los elementos que, según Yarade, configuran la ‘crisis europea’?

Para empezar, el Brexit. Pero hay que decir que esta situación, que es compleja, como todo el mundo sabe o intuye, en donde ha provocado una crisis apreciable y peligrosa es en el Reino Unido; es decir, en el país que se marcha de la Unión. No en el resto de Europa, que se mantiene firme y unida, como lo demuestra la recepción tripartita (Juncker, Merkel, Macron) al presidente chino Xi Jinping que se ha producido en estos días.

Al contrario de lo que afirma Yarade, después del lógico desconcierto inicial, la decisión del Reino Unido de marcharse de la UE no ha hecho mejor cosa que despertar al resto de Europa, y ha hecho también que sus principales líderes reafirmen la decisión de sus países de encarar el futuro unidos en un solo bloque. Las tensiones con Hungría y Polonia ya existían antes del Brexit, como también existían el independentismo catalán, el escocés, el flamenco y el unionismo irlandés. Ninguno de estos fenómenos -hay que decirlo- se ha agravado especialmente a causa del Brexit.

La situación en el Reino Unido es muy diferente, ya que aquí el Parlamento parece decidido a hacerse con el control total del proceso de salida, dejando a un lado al gobierno de Theresa May, y a la misma May, en caso de ser necesario. El pasado fin de semana, un millón de personas marcharon en Londres para pedir un segundo referendum para que sea el pueblo británico -no su Parlamento- el que decida finalmente la cuestión.

Es realmente ridículo pensar que si en el Reino Unido se produce una fuga masiva de inversiones, algunos de los capitales en retirada van a ir a parar a Salta. Esto sí que es pensar con los pies y no con la cabeza.

Calificar de «moderna»a la democracia del Reino Unido -como lo ha hecho Yarade- es todavía más ridículo, puesto que estamos nada menos que ante la democracia más antigua del planeta.

En segundo lugar, menciona Yarade como expresión de lo que él llama «crisis europea» a la movilización de los chalecos amarillos en Francia.

Sobre esto hay que decir dos cosas: la primera, que el movimiento violento de los gilets jaunes no se ha propagado por Europa como al principio se temía. En ningún país se han producido incidentes parecidos ni protagonizados por sujetos homologables. La segunda, que el presidente Emmanuel Macron ha tomado una apreciable ventaja respecto de los violentos en las últimas semanas, a pesar de que estos recientemente han vuelto a provocar destrucción y desasosiego en el centro de París.

Para conjurar la crisis, Macron no solo le ha abierto la mano a los gilets jaunes (por ejemplo, retrocediendo parcialmente su decisión de aumentar el precio de los carburantes, medida que dio origen en su momento al conflicto), sino que se ha prodigado en casi todo el país con lo que en Francia se llama el grand débat national, una iniciativa presidencial lanzada en enero de 2019 y cuya fase de participación ha concluido en estos días.

Los temas del debate no han sido infinitos, sino solo cuatro: transición ecológica, fiscalidad, organización del Estado y democracia y ciudadanía. Macron no solo ha hablado de ellos con ciudadanos normales sino también con pensadores e intelectuales a los que ha convocado especialmente para tomar parte en este debate. Quisiera saber yo si al señor Yarade, comentarista distante de lo que él llama la «crisis europea», o a su jefe Urtubey, se les ha ocurrido alguna vez debatir cara a cara con los salteños algunos de estos temas.

Un tercer elemento permite augurar una pronta desaparición del movimiento de los gilets jaunes y el triunfo de la racionalidad republicana: la radicalización del movimiento. Desde que se ha sabido que los famosos chalecos amarillos, nacidos y engordados en el corazón de la Francia rural y menos cosmopolita, están por detrás de las agresiones xenófobas y los atentados antisemitas cometidos recientemente en Francia, la situación ha cambiado radicalmente. Pero es posible, tal y como están las cosas, que antes de que los gilets jaunes decidan extinguirse, lo llamen a Yarade al Grand Bourg para preguntarle cómo ve él esa decisión.

También ha metido Yarade en el mismo saco de la crisis europea al gobierno de Pedro Sánchez en España.

Al respecto también tengo que decir (y sin ninguna pretensión de autoridad) que el clima político en España es ahora mismo complicado (porque estamos a un mes de las elecciones) pero de ningún modo crítico, si exceptuamos, claro está, las tensiones con Cataluña, agravadas de algún modo por el juicio que se está celebrando en el Tribunal Supremo contra varios miembros del anterior gobierno autonómico catalán.

Es verdad que Pedro Sánchez, que se convirtió en Presidente del Gobierno gracias a una moción de censura contra Mariano Rajoy (la primera que prospera a nivel nacional en más de cuarenta años de democracia), se vio obligado a poner fin anticipadamente a la legislatura y a convocar nuevas elecciones. Pero esta decisión, lejos de tratarse como una crisis, se vive en España como una manifestación de la normalidad parlamentaria. Adelantos electorales ha habido casi siempre en este país y casi siempre por la misma razón: la debilidad del Gobierno.

Después del 28 de abril se verá si la izquierda puede conquistar una mayoría para gobernar en solitario o si, por el contrario, la derecha (a la que se ha sumado el centro-derecha de C’s) logra impedir aquella mayoría. Lo que es verdad, es que la economía española, aun con ciertos signos de desaceleración, sigue a la cabeza de Europa en crecimiento y creación de empleo, aunque el primero no sea muy sólido y la calidad de los segundos no sea muy buena.

Pero es mucho más de lo que se puede decir de Salta, en donde no solo no hay crecimiento ni hay empleo, sino que tampoco hay variedad política, ni un debate ideológico y programático abierto y plural como el que se está produciendo en estos momentos en España.

Tanto para Yarade como para Urtubey, los problemas están en el orden nacional y en el mundo, pero no en Salta, que es un vergel de libertades, un paraíso democrático en donde la abundancia y la prosperidad se pueden tocar respirar en cada esquina. Parece que en Salta, como dice el chiste, el dinero está tirado por los suelos, pero los salteños perezosos no lo recogen, confiados en que, cuando se levanten con un poco más de bríos, podrán hacerlo mañana. Así nos lo pinta, por lo menos, la comunicación cotidiana de esa fabulosa máquina de dibujar edenes inexistentes que es el gobierno de Salta.

Lo que es lamentable -aunque perfectamente explicable- es que Yarade ignore tres de las cuestiones que ahora mismo agitan a Europa y preocupan (o ilusionan) a sus habitantes: 1) la crisis migratoria y los desastres humanitarios que se producen en el Mediterráneo; 2) el crecimiento de los partidos ultranacionalistas xenófobos y antieuropeos, en casi todos los países de la UE, y 3) el enorme y cada vez más influyente movimiento juvenil contra el cambio climático, liderado por la joven sueca Greta Thunberg.

Yarade -al igual que Urtubey y el jefe Brito- ve el mundo solo a través del prisma de la economía, y no de la economía de las necesidades sino de la financiera, la de la pura y dura especulación. No le interesan los seres humanos sino los números. Y eso, visto desde Europa, es tener orejeras.

Lenguaje de señas

Para no hacer todavía más aburrido este escrito, me gustaría mencionar algo que me ha contado un pajarito.

Ni Yarade, ni Urtubey, y menos Jarsún hablan inglés.

De modo y manera que en Oxford tienen que haber puesto en práctica (tanto en la universidad como en el McDonald’s de Cornmarket Street) el lenguaje de señas, que tan de moda está en el gobierno de Salta.

Me despido de los salteños (tanto de los eurófobos como de los eurófilos) con una recordada frase de Billy Joel: «Don’t take any shit from anybody».