Fernando Yarade: Los brazos más largos sacan los mejores selfies

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Con esto de que los funcionarios deben trabajar tres cuartas partes de su jornada en gacebos montados en una esquina (como si así se solucionaran todos los problemas que aquejan a nuestra sociedad), los que cobran un sueldo del gobierno provincial se han trasladado a las calles, imitando el gesto, entre populista y acomplejado, de otras administraciones, como la nacional o la municipal.


Claro que mientras Macri o Sáenz salen a las calles sin tanto descaro electoralista, el pequeño círculo de incondicionales de Urtubey (Morello, Assennato, Estrada, Yarade, Isa...) no busca el contacto ciudadano para tramitarles jubilaciones o tomarles las dimensiones de las mandíbulas para regalarles una dentadura postiza solo por su bonita cara: lo que quieren es meterles en el bolsillo un voto.

Todos ellos, excepto Assennato, cuya presencia en los barrios tiene más bien por objeto anunciar que el Registro Civil -unas oficinas que antes eran grises, aburridas y burocráticas- ahora vende verduras, maicenas, diarios, sandwichs imperiales, tarjetas telefónicas, pirotecnia sonora y pastillas para el mal aliento. Todo ello, sin habilitación municipal, como corresponde.

Los «vecinos», que hace rato han dejado de desayunarse con pintura al látex, se dan cuenta del verdadero interés que persiguen estas visitas y acuden a las esquinas a ver qué pueden rascar si aciertan a emplear esa fórmula verbal que hoy abre casi todas las puertas en Salta: «Urtubey es el camino, la verdad y la vida».

Algunos se dirigen a Assennato en estos términos: «Deme la partida de nacimiento de mi nieto, medio kilo de cebollas y la Radiolandia de febrero, por favor».

Tal vez sea mucha la gente que acuda al reparto esquinero de freebies, o tal vez sea poca, porque a la hora de sacarse selfies, los funcionarios no se retratan con sus clientes, sino que se sacan las fotos ellos mismos, como si lo interesante no fuese el «dar» sino el «figurar».

Pero no cualquiera saca buenos selfies. Hay quien ha nacido con los brazos cortitos como patada i’ chancho, y hay otros -como Fernando Yarade- a los que Dios ha dotado de un palo de selfie en vez de brazo izquierdo.

Por eso es que cuando hay ocasión para un selfie, el encargado es Yarade, quien según dicen las malas lenguas, guarda celosamente en la nube de Apple varios retratos con Patricia Argañaraz, la flamboyante dirigente sindical docente que ha tomado por asalto las portadas de los diarios digitales de Salta en los últimos días.

Antes y antiguamente, decir que alguien era «mano larga» era un insulto. Ahora -tal como sucede con esos gordos a los que por su simple apariencia y sin preguntarles por sus habilidades con el balón se los despacha al arco- los que tienen la mano más larga son los que sacan los mejores selfies.

¡Un aplauso para el cocinero!